Han pasado dos semanas desde aquel maldito día y mi madre ha conseguido salir del hospital. Pero en silla de ruedas. Se le ve triste, apagada; a pesar de los fallidos intentos de animarla. Eso poco duraría...
Freddie le pidió matrimonio y ella aceptó entusiasmada. ¡Bien, otro desconocido en casa! Esperemos que no se marche.
Hace años acepté que mi madre echara de menos ser madre por segunda vez, y que adoptara a un muchacho de diecisiete años. Lucas, el conflictivo. Se escapó de casa y desde entonces le están buscando. Le terminé cogiendo cariño, era la única que sabía como era debajo de esa coraza. Desde pequeño, vivió con su abuela y después que esta muriera se recorrió todos los centros de menores de la ciudad, hasta que empezaron las adopciones. La primera fue la que le marcó para siempre.
-Con siete años me adoptó una pareja de unos cuarenta años o así. El viejo se emborrachaba, y por cualquier cosa venía a pegarme. Pero yo no era el único, su mujer también... Fue ella quien me sacó de allí-me confesó sentado en mi cama enfrente de mí.-Por eso tengo esta actitud, de que todo me resbala.
-No tienes por qué actuar así. Hay gente que te quiere ayudar, de verdad-le reproché mirándolo.
-Lo sé, pero soy así-se disculpó. Me miró, sonrió y me hizo cosquillas. No recuerdo la última vez que me reí tanto como ese día.
Mi madre se quedaba a dormir abajo, mientras que yo seguía en mi habitación. Una noche, unos golpes en la ventana me despertaron. Me levanté y vi que alguien estaba tirando piedrecitas. Me froté los ojos y abrí la ventana.
-¿Thomas? ¿Qué haces?-pregunté con voz pastosa.
-¿Puedo hacerte compañía? No puedo estar en casa-respondió mirándome. Me estiré y le indiqué que esperara. Bostecé y le dije que entrara por la puerta del jardín.
Bajé al jardín y le abrí la puerta. Me sonrió nada más verme y me abrazó. Me acurruqué entre sus brazos, pestañeando compulsivamente evitando dormirme.
-Vamos arriba, que te estás quedando un poco traspuesta-se rió y me guió hasta mi habitación. En cuanto llegamos, me ayudó a entrarme en la cama y se quitó los zapatos. Se echó a mi lado, abrazándome.- Claire...
-¿Sí?-susurré casi dormida.
-Te quiero-susurró antes de besarme detrás de la oreja. Se me puso la piel de gallina al sentir el roce. Me acarició los brazos y me besó en la boca, consiguiendo desvelarme.
-Vale, ya no puedo dormirme-susurré intentando levantarme. Me retuvo junto a él y me agarró por la cintura. No terminaba de pensar con claridad, ¿qué pasaba?- Thomas, ¿por qué no estás en tu casa?-pregunté entre beso y beso.
-Mis padres se van a divorciar-respondió apoyándose en su codo. Me miró entristecido de repente y se echó boca abajo en la cama. Me senté y le acaricié el pelo, le besé en la mejilla.
-Lo siento cielo-me miró y se echó entre mis piernas, abrazándome por la cintura. Metió las manos por debajo de mi camisa, parándose antes de llegar a mi pecho.- Thomas...- Subió y me comió la boca con necesidad, mientras notaba como algo duro chocaba contra mi abdomen.
-Shh-susurró. Me calló con un beso mientras su mano descendía por mis calzonas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario