domingo, 30 de mayo de 2010

Closed eyes. X

Me metí en la bañera con el agua ardiendo. Necesitaba relajarme, y pensar en el calor me solía ayudar. ¿Cómo podía escaquearme de ir a la fiesta? Tenía las ganas justas para ser feliz, pero para una fiesta ... no, ni de coña.

-Puedo llamar a Aaron y explicarle que me he puesto mala de repente y que es muy contagioso-pensé en voz alta.

Cerré los ojos y dejé a mi mente que trazara formas abstractas. ¿Por qué todo se había complicado tanto? Joder, no quería ir a la fiesta, pero si esto ayudaba a volver a hacerme amigos de Aaron y los demás, no iba a dejar esta oportunidad.

Iría a la fiesta, pero estaría sólo un rato de nada. Llamé a Suzanne y le comenté que si teníamos algún plan para el sábado, me contestó que no. Le expliqué que Aaron me había invitado a la fiesta de Adrien, pero claro, si yo voy ella va también.

El timbre sonó y como de costumbre me había quedado sola en casa. Ya que la pitorrera de mi madre se había ido con su novio a cenar. Salí de la bañera con prisa y me tapé con la primera toalla que encontré. ¿Dónde estaban los albornoces? Solían estar detrás de la puerta, pero allí no había ninguno.

Bajé las escaleras dejando un rastro de gotas. Me coloqué de nuevo la toalla, sólo por si acaso se me caía y abrí la puerta. Le miré a los ojos mientras me observaba de arriba a abajo con la boca abierta.

-Uaaaaau-susurró bajito.

-¿Qué quieres?-pregunté con prisa.

-Quería hablar contigo por lo de esta mañana-respondió sincero.-Veo que no puedes ahora, luego vengo-dijo mientras se marchaba.

-¡Noo!-grité.-Podemos hablarlo ahora-dije mientras me miraba.-Vamos, pasa-le ofrecí mientras se paraba enfrente de mí.-Voy a secarme, no tardo nada-sugerí mientras se paraba en las escaleras.

-No hace falta, no voy a tardar nada-respondió mirándome de arriba a abajo. Le miré riéndome y levantó la vista de mis piernas.-Venía a... decirte que siento mucho haberte besado así.

-Sí, no deberías de haberlo hecho-respondí colocándome la toalla.

Me miró incrédulo. Se acercó un poco a mí y me miró el escote. Retrocedí hasta dar contra la pared y él siguió avanzando. Se pegó contra mí y me miró la boca.

-No me lo creo-susurró muy cerca de mí. Su aliento rozó mi cara como una nube de gas tóxico, me hipnotizó. Me puse nerviosa y pensé en una respuesta lógica que no mostrara mis sentimientos.

-Ve creyendolo-contesté embobada. Intenté librarme de él, pero nose movió ni un centímetro. Me agarró con más fuerza.-No eres el centro del universo ¿sabes? Y menos del mío... -se rió y se acarició el pelo.

-Prefiero comprobarlo-musitó con voz dulce.-¿Si te beso ahora, me vas a pegar como esta mañana?-preguntó demasiado cerca de mi boca. No supe que contestar ya que sus labios silenciaron a los míos. Pero esta vez, le respondí a su beso. De repente, todo se volvió salvaje y me pedía más y más.

Intenté que me dejara respirar pero ni siquiera le moví un milímetro. Me levantó las manos mientras me seguía besando y la toalla se calló al suelo. ¡Qué vergüenza! Paró de besarme y me sonrió.

-No voy a mirar, te lo prometo-contestó tapándose los ojos.

Cogí la toalla y me la puse enseguida. Espero que no me lo haya visto todo, todavía no estoy lista para esto; pensé. Le quité las manos de la cara y le abracé.

Todo esto era un sueño ...

martes, 25 de mayo de 2010

Closed eyes. IX

Me senté junto a Suzanne. Estaba dibujando corazones en su agenda, seguramente junto al nombre de Corbirock, Liam.

La saludé y siguió a lo suyo. La miré y me reí de ella, tenía cara de enamorada.
-¿Hola?¿Hay alguien ahí?-pregunté mientras le golpeaba ligeramente la cabeza. Levantó la vista de su agenda y me miró. Se tocó la cabeza y me saludó.

-No sabía que estuvieras ahí, ¿cuándo has venido?-preguntó adormilada. Corbirock se levantó y se fue al pasillo, Suzanne lo siguió con la mirada. Suspiró y me atendió de nuevo.

-He llegado hace un rato. La repelente de Lekker no me ha dejado entrar-respondí algo irritada. Corbirock volvió a entrar en la clase y otra vez Suzanne lo seguía con la mirada. Pero tenía que ayudarla, mi mejor amiga desde la guardería no lo iba a pasar mal sin un motivo.-Ahora vengo.

-¿Qué vas a hacer?-preguntó mientras me levantaba y me iba. Me acerqué a Corbirock y le pregunté si podía hablar con él en el pasillo. Le pregunté si tenía novia y me contestó que no. Bien, primer punto aceptado. Vamos a por el segundo.

-La cosa es así de sencilla, una amiga mía está loca por ti. Pero nose atreve a decirte que le gustas y me preguntaba, ¿si me harías el favor de darle una oportunidad? Me lo debes por lo de segundo-le contesté.

-¿Quién es?-preguntó tras soltar un suspiro.

-Suzanne-respondí insegura. Me sonrió y me comentó que más de una vez se había pensado en pedirle un lío, pero nunca se había decidido. Le parecía una chica con bastante gracia y me pidió que le diera su número de teléfono.

-Dile que me llame y ya hablamos ella y yo ¿sí?

-Corbirock, ¿de verdad crees que lo va a hacer? Llámala tú, he hablado contigo sin que ella lo sepa...Cuando quiera llamarte se morirá de vergüenza-se lo pensó y finalmente accedió. Sabía que yo, tenía razón. Me tendió la mano y se la choqué.-¡Cómo le hagas algo te quedas sin mano!-dije apretándosela.

-Auuu-le solté la mano y entré en clase.
Suzanne me esperaba con una cara de demente. Estaba segura, de que si no hubieran estado allí los demás, me habría matado con la mirada.

-¡¿Qué has hecho?!-preguntó alterada en bajo para que nose enteraran.-¡Estás loca Claire!¡Cómo se te ocurre hacerme esto!-me recriminó gritando.

-Calla, shh-respondí tapándole la boca con la mano.-Le he contado que le gustas...-me quitó la mano y me siguió insultándo.-¿Quieres dejar que termine?Me ha dicho que le gustas y quiere liarse contigo, me ha pedido que te de su número-hablé sonriente.

-Ay que me da-dijo mientras se echaba aire con la mano.-¿Te he dicho alguna vez cuánto te quiero?-comentó mientras me abrazaba. Me mordí el labio, que pelota estaba hecha. Pero la quería, mi peque siempre había estado conmigo incluso cuando todos me dejaron de lado en segundo. Corbirock era ... como explicarlo, algo más que un mejor amigo y se dejó llevar.

lunes, 24 de mayo de 2010

Closed eyes. VIII

-¿Qué te ha pasado?-preguntó Karl preocupado.

Miré la fuente y pensé sobre lo que iba a decir. Karl, eres mi mejor amigo, se que siempre podré contar contigo, pero esto prefiero guardármelo para mí.

-Cosas que suelen pasar en casa-contesté totalmente ida.

-Sabes que puedes contármelo, si quieres, claro-comentó curioso.

-No, gracias. Es entre familia-contesté eludiendole.

Se quedó callado incómodo por mi silencio y sacó el móvil para mirar la hora. Thomas me ha besado, pero ¿por qué? Nunca ha mostrado interés por mí y hoy ... Me toqué inconscientemente el labio con los dedos.

Seguía sin entenderlo. ¿Me había mirado una vez para ver lo bello o dos para ver lo justo? Nose a que vino esto, pero lo pensé. Quizás se deba a mi falta de autoestima, estaba encerrada en una burbuja tamaño medio que me protegía, pero muy de vez en cuando, tenía que explotarla.

-¿Nos vamos al insti, de una vez por todas?-preguntó insistente.

-¿Qué prisa tienes?Acabas de llegar-respondí indiferente.

-Te he dicho que tenemos un examen. No se que mosca te ha picado hoy-comentó a regañadientes mientras se iba. Suspiré y me levanté del banco, pedazo bicho te ha mordido a ti Karl.

-¡Kaaarl!¡Espeeeeeraaaameeee!-contesté abrochándome la chaqueta.

-Date prisa-respondió enfadado.

Tuve que correr para poder cogerlo, y cuando lo hice aumentó aún más la marcha a la que iba. Me costaba seguir su ritmo y más de una vez me quedé atrás.

-Mira que te den, ya llegaré algún día-comenté mientras me paraba.

-Allá tú-respondió enfadado.

Cuando se ponía así no lo aguantaba, era un chico genial, pero cuando cambiaba de humor no podía tenerlo cerca demasiado tiempo. Era irritable, le cambiaba el humor extrañamente.

Por fin llegué al instituto cinco minutos después que Karl. Todos me miraban con la boca abierta, asombrados por mi actitud. Nunca creyeron que yo fuera de esas que se saltan las clases sin más...

Llegué tarde y la profesora no me dejó entrar. Me dejó en el pasillo, lo flipé. Con mi perfecto historial y por un día que llego tarde me deja fuera. Me quité la mochila y me senté en el suelo. La puerta de la clase se abrió y salió Aaron, el cotilla de la clase.  Me sonrió y se quedó hablando conmigo un rato...

-Te estás volviendo una malota Brown-comentó sentado a mi lado.

-Habló al que lo han echado por contar chistes verdes en mitad de la segunda guerra mundial-respondí riéndome.

-Pues eran buenísimos, es una lástima que te los hayas perdido-habló mientras me guiñaba un ojo.

-¿Ahora tienes un tic nervioso en el ojo?-pregunté quedándome encima de él.

-No, es que no veo bien aquí. Y ¿qué es de tu vida? ¿Tienes novio?-preguntó curioso.

Si alguien quería saber algo de un alumno, había que preguntarle a Aaron, era un experto en el tema. No se le escapa ninguna, y lo sabía antes que nadie.

Sonó el timbre y me levanté. Me limpié los pantalones y cogí la mochila mientras él seguía sentado junto a la papelera. Se puso de pie y miró un panfleto en el tablón de anuncios.

-Espero que vengáis a la fiesta que dan mis amigos este finde. Y no me digas que no-comentó al ver que abría la boca.-El sábado en casa de Adrien a las once-especificó.-Y no me hagas el feo de escaquearte y mandar a tus amigos ¿sí?-sonrió y se marchó.

En menudo follón me acaba de meter. Sólo me caían bien cuatro de sus amigos y él, los demás eran unos payasos con gran ego. Y las chicas, mejor no hablamos de las superhipermega pijas repelentes.

Entré en la clase enfadada y tiré la mochila a conciencia para que le diera a alguien. Por suerte, para mí le dio a Karl, alguien de confianza que no me iba a partir la cara.

domingo, 23 de mayo de 2010

Closed eyes. VII

Pensé en volver a su casa, con la excusa de recuperar el móvil. Pero, ¿después qué iba a hacer? Seguramente, querría tener algo conmigo y yo tendría que acceder. ¿Cómo podría pararlo?

Me tumbé en mi cama pensativa. Sólo lo sabía una persona, Thomas, y no era la más cercana para saberlo. Pero se me escapó y ya no puedo hacer nada para remediarlo. Terminé evitándolo durante las semanas siguientes, pero esto no era para siempre. Tarde o temprano me lo terminaría encontrando...

Salí de casa directa al instituto y él tenía que hacer lo mismo. Así que decidí salir un poco antes, y no cruzármelo. Ocurrió justo lo contrario...

-Buenos días Claire-me saludó Thomas.
Hice como que no le escuché y miré al frente. Anduve diez pasos y noté como alguien me agarraba por el brazo. Me giré ligeramente, y ahí estaba Thomas con una expresión de complicidad.

-No tienes por qué evitarme. No voy a decir nada-comentó mientras me soltaba.
-Lo sé. Pero no quiero que me juzgues-contesté indiferente.
Seguí andando y Thomas me siguió. Seguramente querría que le diera explicaciones sobre lo que le había dicho, pero su instituto era en dirección contraria.
-¡Claire!-me llamó.-¿Qué has querido decir con eso?-preguntó confuso.
Me paré y esperé a tenerlo enfrente para explicarserlo.
-No quiero que me recuerdes todos los días esto-contesté suspirando.

Se quedó callado, mirándome fijamente. Se acercó ligeramente, y esta vez no opuse ninguna resistencia. Nuestros labios se encontraron durante un minuto. Cuando abrimos los ojos, le miré asqueada por mí misma. Le di una bofetada y me marché. Allí se quedó durante un par de minutos, tocándose la mejilla dolorida.

-¡Claire!¡Me gustas!-gritó Thomas.
No, eso es lástima; pensé en aquel momento. Me giré y le miré desconfiada. Negué con la cabeza y eché a correr con miedo. No podía confiar en ningún hombre, no todavía... Aunque se tratara de Thomas.

Me salté las dos primeras clases y me fui hasta Washington Street. Era mi lugar preferido de la ciudad, no sólo porque todas las tiendas estaban allí sino porque siempre había gente y artistas callejeros animando el ambiente.

Me senté en un banco y me quedé quieta observando a un par de mimos. Era un número cómico espectacular, pero prefiero no comentar sobre ello.

-¿Qué haces aquí?Tendrías que estar en el instituto-me dijo alguien desde mi espalda. Esa voz, me resultaba familiar, extremadamente.
-Pasar el rato-comenté sonriéndole ligeramente.
-Claire, tú nunca has faltado a clase por "pasar el rato"-respondió Karl.
-Hoy no me apetecía mucho ir...

viernes, 21 de mayo de 2010

Closed eyes. VI

Abrí mi armario desesperada. Quería cambiar, ser distinta, por una vez sentirme bien.. Pero la ropa que tenía no ayudaba mucho. Saqué toda la ropa que tenía y vi cual quería quedarme y cual tirar a la basura. Terminé dejando el armario casi vacío y ya que me daba reparo tirar tanta ropa, decidí donarla a una O.N.G.

Miré por la ventana, esperando ver a Thomas, pero el fin de semana terminaría y cada uno volvería a su hábitat natural. El mío se componía por Karl, Suzanne, Matti, Georgina, Anabelle, Douggie y Charlotte. La suya era mucho más extensa, pero la principal protagonista era Lucy, y yo, no tenía nada que hacer contra eso.

Mi madre, invitó a su novio Freddie a ver una película en el cine. Así que me dejó sola en casa, con una depresión de caballo. Me bajé al salón y puse una película. "La decisión de Anne", nunca lloré tanto con una película como hice esa noche.

Cuando mi madre llegó, serían alrededor de las cuatro de la mañana y yo todavía seguía despierta. No podía dormir, tenía miedo. Pero era un miedo ridícul, ¿quién me lo causaba?El pasado ya había pasado, y no podía hacer nada para remediarlo.

-¿Qué te pasa cariño?-preguntó mi madre tocándome la frente.

-No puedo dormir-contésté tirada en el sofá.

-La primera vez que te ocurre-habló para sí misma.-¿Qué te preocupa?

-Nada, simplemente no puedo dormir-respondí tajante.

-Bueno, si necesitas algo estoy en mi habitación ¿sí?-me aseguró dándome un beso en la frente.

-Claro, hasta mañana mamá.

Las horas siguientes fueron criminales. Pensé sobre Nico, sobre Thomas y sobre mi móvil. Allí estaban todos los números de las personas que conocía. Y perfectamente, podría llamar a alguien. Me acerqué a la cocina y cogí el móvil de mi madre, lo tiré en el suelo y se lo volví a guardar. Con un poco de suerte, ese golpe habría bastado para romperlo pero lo importante era la tarjeta. Tendría que pensar en algo más eficaz...

Cuando el sol salió todavía seguía despierta, intentaba encontrar una solución. Pero no sabía cuál era la correcta. Quizás debiera tenderle una trampa y escarmentarle. O que lo detuviera la policía pero para eso tendría que estar acusado de algo y no lo iba a hacer.

-Buenos días cielo-me saludó mi madre.-¡Qué cara de muerta!¿A qué no has dormido?Claire... recuerda lo que acordamos.. -dijo mientras encendía la tele.

-Sí mamá, lo sé. Nada de comportamientos extraños, por papá-contesté aburrida. Le presté atención a la tele. Era el canal 24 horas de noticias, narraban como se buscaba a un hombre de unos veinte años con el pelo oscuro. Había violado a cuatro chicas de mi ciudad...
Era él. Nico...

Me helé ante el televisor dejando que mi madre llevara ella sola la conversación. Tenía que hacer algo, no podía dejarlo en la calle...

jueves, 20 de mayo de 2010

Closed eyes. V

Le quería, pero no podía hacer como que no me había pasado nada con Nico. Tendría que pasar el tiempo, hasta que consiguiera reunir la confianza posible y volver a mi estado anterior. Necesitaba espacio, ver las cosas sola y pensar detenidamente en ello...

Saqué las llaves, abrí la puerta y entré. Escuché ruidos en la cocina y me dirigí hacia allí. Saludé con la mano a mi madre y le conté que había perdido el móvil. Me miró con un gesto de resignación y me prometió regalarme otro.

-¿Cuántos móviles llevas ya?-preguntó.

-Emm...-conté mentalmente. Estaba el primero, que terminó en el cubo de la basura. El segundo, todavía lo tenía por ahí guardado, pero tampoco iba, no se encendía. El tercero lo había perdido y el cuarto se quedó pasado de moda y lo cambié por el quinto y último, el que me había dejado olvidado en casa del que me había intentado violar.-Cuatro-mentí. Suspiró a cambio, se puso a cocinar y subí a mi habitación.

Me tumbé sobre la cama y dejé que mis pensamientos me atormentaran. Había estado a punto de ser violada, y también, había perdido la oportunidad de tener algo con Thomas. Me enfurecí conmigo misma, y me puse a revolver mi habitación cabreada. De repente, me sentí sucia, olía mal, estaba asqueada... Me pegué un baño, mientras mi madre llamaba a Movistar para dar de baja mi número de móvil. Pero el olor no se iba ...

Conseguí disimular un poco el olor, al adoptar otra manera de actuar. Ya no sería nunca más la antigua Claire que se avergonzaba de ser como era, de ser la estúpida con la que siempre se podía contar y la tímida y buena con la que todo el mundo se podía meter. No, la nueva Claire era mucho mejor, opté por ser fuerte, y vestirme de forma peligrosa, nada de ropa que tapara más de lo necesario, empecé a fumar y dejé de estudiar tanto como antes, me volví una malota.

Llamé a Karl desde casa, anulando la escapada al cine. Todavía tenía que arreglar muchas cosas que no podía dejar para otro día. Enseguida puse la excusa, de que mi madre se había puesto enferma y nadie podía cuidarla en mi ausencia. Y en parte, era verdad, no teníamos a nadie más..

-Que se mejore. Ya te veré el lunes en el instituto. Adiós-contestó entristecido.
-Bye-respondí.

Colgué el auricular y subí de nuevo a mi habitación. Un avión de papel, atravesó mi ventana. Leí lo que ponía y me asomé a la ventana. Ahí estaba Thomas, mirándome preocupado.

-¿Qué quieres hablar conmigo?-contesté ligeramente irritada.

-Puedes salir por favor-me sugirió. Suspiré y bajé abajo. Le dije a mi madre que tenía que hablar con Thomas y que no iba a tardar nada.

-Bonito pijama-comentó riéndose.- ¿Estás bien? Te noto rara, y a mí no puedes engañarme con eso de que has perdido el móvil, porque entonces no te hubiera escuchado gritar-replicó.

-Lo he perdido, es imposible que me escucharas-contesté a la defensiva. No podía permitir que esto se descubriera, la vergüenza sería terrible para mí y para mi madre.-¿Algo más? Pues me voy-respondí borde.

-¿Y qué me dices de Navona?-contestó a mi espalda. Me helé e intenté recobrar la compostura antes de que se diera cuenta.-Conmigo puedes contar, sé guardar un secreto.

-¡¿Quieres saber lo que ha pasado?!¡Me han intentado violar!-le confesé a voces. Por suerte, nadie pasaba por la calle, y ese barrio era el de los sordos y para nada cotillas. Me senté en la acera escondiendo mi cara entre mis manos y noté como se sentaba al lado. No era justo, que yo le quisiera como algo más que un amigo y él a cambio me hiciera ilusiones. Me rozó la mano y me abrazó.

-¿Has llamado a la policía?¿Se lo has contado a tu madre? Debes hacerlo, tienes que denunciarlo-contestó tras un largo silencio.

-No, ni pienso hacerlo. Si mi madre se entera de esto, me encerrará en casa y no me dejará salir nunca. Y tú tampoco vas a hacerlo. Prométemelo -le susurré enfadada.

-Prometer, ¿qué? Si se lo cuentas te sentirás mejor-me aconsejó.

-¿Sentirme mejor? ¡Y una mierda!Tú no sabes lo que es tener a un tío encima baboseandote cuando tú no quieres-había conseguido colmar mi paciencia ya de por sí decaída. Se fue a su casa, seguramente a llamar a Lucy mientras que yo, tenía que planear mi nueva actitud.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Closed eyes. IV

Terminé andando sin un rumbo fijo. Tan pronto estaba en un parque, tan pronto estaba delante de una iglesia. Me daba igual donde terminar, tenía cosas más importantes en las que pensar. Como, por ejemplo, como ocultarle a todo el mundo lo que acababa de pasar o explicar la desaparición de mi móvil.

Maldita sea, por qué me ocurría esto a mí. No tendría que haber quedado con él, pero, ¿quién podría saber que tras el tiempo que lo conocía iba a ser así? Un degenerado, que se aprovecha a la mínima. De repente, me sentí enfurecida. Deseaba volver y partirle la cara, hacerle pasar por el mal trago que me había hecho pasar a mí, pero yo no iba a caer por esto, no. Iba a ser fuerte, y a superarlo yo sola, sin la ayuda de nadie.

Decidí volver a casa, ya me había calmado y tenía planeado lo que iba a hacer. Haría como que me había entristecido perder el móvil, tenía la excusa perfecta para sentirme mal delante de ella. ¿Y la sesión de cine con Karl? Lo sentía por él, pero la tenía que suspender. Yo no estaba para nadie y nadie estaba para mí.

Caminé entretenida, en lo que podrían pensar si se enterasen de lo ocurrido en Navona. Seguramente, sería un escándalo de los que te hacen desmayarte, y seguramente, mi madre lo haría. Antes que pudiera ver a mi madre en la puerta, vislumbré a Thomas mirándome cruzado de brazos.

-Adiós-contesté cuando pasé a su lado. Procuré tener la misma relación que había tenido con él, de hola y adiós. Me agarró del brazo evitando que diera un paso más. Le miré asombrada, a medida que él se iba enfadando gradualmente.

-¿Qué pasa con tu móvil? Te he estado llamando un par de veces-preguntó ligeramente irritado.

-Lo he perdido-contesté con voz neutral.- ¿Querías algo en particular?-le miré con indeferencia.

-Eres una puta borde-contestó enfadado.

-Y tú un idiota-respondí sin alterarme.

-Mal criada-contestó acercándose a mí. Retrocedí un par de pasos y le miré con miedo. ¿Qué iba a hacer?

-Tengo que irme-y me marché rápidamente. Antes de entrar en casa, observé como seguía allí de pie, asimilando lo que había pasado.

martes, 18 de mayo de 2010

Closed eyes. III

Terminé mintiendo a mi madre, para que me dejara comer fuera. La excusa, que iba a comer con Karl y Suzane en el Mcdonalds de la vuelta de la esquina. Pero en realidad, había quedado con Nico en el parque Wellington.

Cogí mi bolso, guardé mi móvil en el bolsillo del pantalón y me fui. La calle estaba desierta, quizás por el calor que hacía; o bien porque todo el mundo estaba comiendo en esos momentos. Miré hacia la casa de Thomas, si prestabas atención podías escuchar a Hayley Williams cantando a gritos.

Miré al suelo y respiré hondo. Tenía que olvidarle, tenía que ser feliz y poder estar con el chico que me gusta. Pasé todo el trayecto, pensando en lo injusta que es la vida, le había insunuado más de una vez que me gustaba y nunca las pillaba. Me choqué con un chico en unos de mis sueños de realidad. Se le cayeron los libros al suelo y entonces, parecí reaccionar.
Me agaché y le ayudé a recogerlos.

-Lo siento, no te he visto-contesté avergonzada.

-No pasa nada, por lo menos no me has roto nada-respondió riéndose.-Por cierto, me llamo Nico-dijo tendiéndome la mano.

-Claire-le cogí la mano y me sentí avergonzada. Era él con quien había quedado aquí.-¿Estás esperando a alguien?-pregunté.

-Sí, a ti-contestó. Nos sentamos en un banco cerca del estanque. Mi móvil sonó de repente, lo saqué y miré la llamada perdida de Thomas y de Karl. Lo puse en silencio y lo volví a guardar.

-¿Has comido?-preguntó tras un largo silencio. Negué con la cabeza mientras él miraba a un punto fijo en alguna parte.-¿Qué te parece si te invito a comer?-me encogí de hombros, me daba igual.

Nos fuimos hasta la calle Navona, la de los pintores. Me explicó que él era aficionado a la pintura gracias a su padre. Había crecido con los dedos manchados de verde, amarillo, rojo y el resto de los colores. También hablamos sobre mí, como me había sentido al ver a aquella chica con Thomas. Pero la conversación dio un extraño giro y terminó pidiéndome que posara para él, desnuda.
Me negué en rotundo e intenté irme, pero no me dejó. Me tumbó sobre la cama e intentó quitarme los pantalones. Conseguí escaparme, pero me atrapó de nuevo y me quitó la camisa. Le arañé la cara, los brazos y el pecho. Me besó, y a continuación le di una bofetada que sólo hizo enfadarle más. Me empujó contra la cama y se echó encima de mí.

Saqué como pude el móvil de mi bolsillo. Me besaba el cuello, notando como la cosa empezaba a arder. Pero gracias a eso pude llamar a ... ¿Thomas? Era el último que me había llamado y no iba a perder el tiempo buscando en la agenda. Lo guardé bajo la almohada y le pegué una patada con todas mis fuerzas. Se quitó de inmediato y cogió una cuerda que había encima de un mueble. Corrí hacia la puerta, pero me rodeó el cuello con la cuerda; cada movimiento que intentaba dar era una excusa para probar su fuerza conmigo.

-¡Suéltame!¡Déjame en paz!-grité intentando escapar.

-Mi cielo, has entrado en Navona. Ya nunca saldrás-respondió imperturbable.

Pasaron los minutos, y allí no aparecía mi héroe para salvarme. Y mi fin se acercaba cada vez más, gota a gota mi temor iba creciendo. Me quitó el sujetador y empezó a sobarme. Cada vez estaba más nerviosa y tenía más miedo. Miré hacia el techo, esperando que alguien lo traspasara y así le interrumpiera pero eso nunca ocurrió.
Me aclaré, y reuní la valentía suficiente para coger la lámpara de noche que había en la mesilla y rompérsela en la cabeza. Se desmayó en el mismo instante y escapé de ese inmundo, asqueroso y espantoso barrio.

Me marché llorando a ningún lugar. No podía presentarme así a casa, ¿qué pensaría mi madre? Cuando ya estaba a media hora de distancia, me acordé de que había dejado el móvil olvidado allí; pero no iba a volver, me lo acababan de robar.

lunes, 17 de mayo de 2010

Closed eyes. II

Enseguida me puse a elaborar un plan de ataque. Tenía asegurado a Karl y me gustaba Thomas, podría utilizarlo para ver hasta que punto era amiga de Thomas. Observé desde mi ventana esperando verlo salir de su casa a tirar la basura, o porque había quedado con sus amigos. Pero nada, podría ir a su casa a pedirle sal, o cualquier cosa que luego no necesitara. Así aprovecho y hablo con él.

Llegué a su puerta dispuesta a pedirle un poco de sal para mi madre que se le había olvidado comprar el viernes por la tarde. Llamé al timbre y esperé mientras unos pasos cobraban más vida a medida que se acercaban a mí. Una chica me abrió la puerta y me miró sonriendo con sus grandes ojos azules.

-¿Quién es, Lucy?-preguntó mi vecino.

-Soy Claire, vengo a... nada. Olvídalo, ya vendré otro día-contesté antes de que pudiera responder la muchacha. Eché a correr hacia mi casa llorando y me refugié en mi habitación.

Cerré la ventana y corrí las cortinas. No quería que me viera llorar, pero, ¿pensaría que era por él? Estaba claro que sí. Me mordí el puño mientras sonaba el timbre de la puerta. Cerré los ojos y me quedé dormida hasta que el giro de la cerradura me despertó.

Me levanté alarmada e intenté recomponer antes de que me viera así mi madre. Mi orgullo estaba por encima de rebajarme ante cualquiera al que pudiera mostrar mis sentimientos. Encendí el ordenador y empecé a escribir:

Hola chicas. Necesito ayuda. URGENTE!!!
                                                I. C.

Conseguí ayuda de un tal Nico91, me explicó que quizás me había precipitado al correr tal riesgo de echar a correr en cuanto vi a esa chica. Estaba celosa y lo había echado todo a perder, me ofreció quedar con él en persona para ayudarme psicológicamente y yo como una tonta acepté.

Closed eyes.

Despertarse por la mañana, y sentir la luz del sol que entra por la ventana hace que me levante de buen humor.

¿Qué haríamos hoy? Seguramente, iríamos a la plaza a vaguear un rato con los amigos, como diría mi madre.

También podría hablar con Thomas. Pero, ¿sobre qué? Nada más verle, me quedo en blanco, tartamudeo, me pongo nerviosa y me bloqueo sin ser capaz de decirle un simple hola.

El teléfono sonó. Y estaba yo sola en casa, maldita sea. Corrí a cogerlo con el cepillo de dientes en la boca. ¿Quién sería a estas horas?

-¿Diga?-pregunté adormilada.

-Como me alegra que estes en casa, Claire. ¿Te gustaría venirte al cine esta tarde?-preguntó Karl.

-Emm... claro. ¿A las 7 y 30?-pregunté.

-Perfecto-contestó.-Hasta esta tarde.

-Adiós-contesté.

Sabía que estaba loco por mí, pero a pesar de todo era mi amigo. Yo iba detrás de Thomas, y él lo
sabía de sobra, la complicidad que había entre nosotros era del tonteo anterior al lío. Tendría que cerrar los ojos, y pensar que era Thomas si no quería hacerle daño.