lunes, 20 de diciembre de 2010

Closed eyes. XXIII

Me encontré con la mirada acusadora de mi madre en el salón. Me miraba con esa cara tan suya, de asesina que podía achantar a cualquiera. Quizás, porque había sido la única persona que me había infundido verdadero respeto en toda mi vida. Sólo la tenía a ella, a nadie más...

Thomas quería formalizar nuestra relación, pero no era algo que deseara. Sabía que lo hacía por mí, por su beso con Anne, y para demostrarme que era capaz de estar sólo conmigo. No podía, no, ni tampoco quería tenerlo conmigo, abrazándome, sin ser dueña de su mente. Una sensación de dolor, se había quedado a vivir en mi pecho desde el momento en que me lo pidió, y permaneció cuando me preguntó las causas de mi negativa.

-Claire... Claire -habló bajito, controlando su voz mientras me miraba dolido.- Yo te quiero, te amo, quiero estar contigo, sólo contigo. Y tú... me quieres. ¿Por qué no quieres salir conmigo?
Su voz se había elevado, perdiendo todo el control sobre sí, suspiró mientras se tapaba la cara con las manos. Suspiré al escucharle, hice una mueca aprovechando que no me miraba para luego negar con la cabeza.

-Thomas... -levanté la mano para acariciar su pelo, me detuve por el miedo a que me rechazara y dejé caer la mano a mi costado.- No quiero que te sientas obligado a hacerlo, y ambos sabemos que éste es el caso...

-No, no. Es ridículo... yo he hecho miles de cosas por ti, gracias a mí encontraron a Ni.. -y de pronto enmudeció. Fruncí el ceño al escucharle, entonces lo comprendí. ¿Qué había hecho? Había conseguido que lo mataran, ¿por qué? Era una persona a pesar de todo, una persona que tenía familia, casa, trabajo... y sentimientos.

-¿Cómo que gracias a ti? ¿Qué hiciste Thomas? -me levanté del sofá con rapidez. Negué varias veces resoplando, enfadada, y sobre todo, decepcionada. Describí pequeños círculos alrededor de la mesa, nerviosa, esperando su respuesta durante unos largos minutos que se hicieron interminables.

sábado, 14 de agosto de 2010

Closed eyes. XXII

Me desperté más temprano de lo habitual. Thomas seguía dormido a mi lado, con su mano en mi cintura. Le peiné, acariciándole la nuca. Sonrió y se frotó los ojos, despertándose por fin. Me besó con ternura, todavía dormido.

-Thomas, tus padres tienen que estar preocupados por ti. No saben donde estás...-comenté al dejarlo echado en la cama. Se rió y bostezó.

-Ellos están preocupados en sus nuevas parejas. Paso de ellos-suspiré y me senté a su lado. Le acaricié la cara lentamente, sonriendo leve. Me dirigió una gran sonrisa mientras ponía una mano encima de la mía.

Tenía falta de atención, estaba claro. Yo tampoco había recibido mucha, pero sabía que era más importante la salud de mi padre. Maduré antes de tiempo, no como los demás.

Encendió el televisor y puso las noticias. Anoche hubo un accidente en la plaza mayor de la ciudad. Cuatro personas murieron en lo que parecía un ajuste de cuentas.

-Encontrado muerto Nico, el delincuente más buscado del país.-decía la reportera. Aumentó el volumen y me aconsejó que me sentara y prestara atención.-A primera hora de la mañana se ha encontrado su cuerpo en la piscina municipal "Las 4 rosas". La policía sigue investigando cual fue el móvil del asesinato.

Me quedé embobada. Nico había muerto. ¿Quién podría haber sido? ¿Algien que sufrió como yo? ¿Se descubriría mi secreto? Me puse nerviosa de repente. Esto no podía saberse, pero si la policía venía a mi casa preguntando no podía hacer otra cosa que confesar que estuvo a punto de violarme.

-Nico está.. -susurré temerosa. Thomas me miró y me besó en el hombro tiernamente.

-Muerto. Se acabó el problema-dijo sin ningún tapujo.

-Acaban de empezar. ¿Y si lo descubren?-susurré. Sería el cotilleo de todo el instituto. Me tratarían distinto, no me hablarían por el miedo de que a ellos también les ocurra.

-No van a hacer eso Cla-me besó dulcemente, haciendome olvidar por qué me estaba consolando. Se volvió más insistente, me agarró por la nuca con fuerza y buscó mi lengua con ansia.
Esperé a que se vistiera para bajar y ayudar a mi madre a levantarse. Me besó como despedida y se marchó a casa.

Un par de horas después, mientras mi madre y yo hablábamos, llamaron al timbre. Miré por la ventana antes de abrir, los inspectores del caso de mi madre estaban aquí. Les abrí la puerta y les invité a pasar. Seguramente querrían hablar con ella.

-Tenemos una pista nueva sobre el sujeto que le disparó-comentó el más viejo de los dos.-Anoche asesinaron a un delincuente, la bala que le han extrajido es idéntica a la que le extrajeron a usted.

-¿Quiere decir que la misma persona que ha matado a ese señor me disparó a mí también?-preguntó mi madre. Me callé, esperando a contar mi gran secreto. Buscando el momento oportuno.

-¿Usted conocía a Nicholas Bloodey?-preguntó el novato. Mi madre negó con la cabeza, claro que no lo conocía, pero yo sí.

-Yo... sí lo conocía...-susurré. Me miraron intentando buscar una relación entre Nico y yo.- Comí una vez con él.

-¿De qué lo conocías?-preguntó el novato.

-Empezamos a hablar por internet, y quedé un día con él. Comimos en su casa y volví-respondí anticipando la pregunta.

-¿Cómo era tu relación con él?-preguntó el más mayor.

-Era simpático, y muy amable. Pero no tuve mucho roce con él -dije francamente. Un día no bastaba para que me contara sus secretos.

Se despidieron de nosotras y les acompañé a la puerta. Antes de marcharme el novato se acercó a mí y me susurró al oído algo que se me quedó grabado.

-Hay cosas que nadie entiende, ni siquiera nosotros mismos. Sólo podemos enterrarlas, o descubrir su significado-dijo antes de marcharse.

martes, 10 de agosto de 2010

Closed eyes. XXI

-Thomas, para... por favor-supliqué mientras me besaba en el cuello. Ese era mi punto débil, y él acaba de descubrirlo. Gimoteé como un bebé cuando su lengua trazaba círculos en él. Me agarré muy fuerte a su camiseta, hasta el punto que se escuchó el crujir de la tela. Se mordió el labio, mirando mi pecho antes de quitarme la camisa. Siguió besándome, mientras yo intentaba parar. Pero hubo un momento en el que decidí rendirme. ¿Quién mejor que él para hacerlo por primera vez? Terminamos desnudos, uno encima del otro. Queriéndonos, amándonos...

Entró con cuidado y cierto miedo. Cerré los ojos excitada, con los brazos flácidos a cada lado de mi cabeza. Siguió moviéndose lentamente, mientras me besaba, me acariciaba. Le acaricié la espalda mientras rodeaba su cadera con mis piernas. Me mordió el labio y tiró de él. Me comió la boca mientras notábamos como acababa. Se echo a mi lado, mirándome. Me fijé en su frente brillante por el sudor. De repente, la habitación había salido en llamas.

-Te amo...-susurró todavía jadeando. Me aparté el pelo de los hombros y me abaniqué con la mano. Todo mi cuerpo olía a él. Busqué un abanico por toda la habitación. El móvil de Thomas vibró y miré por qué.

Un mensaje de Lucy. Haber que le ha puesto.

Tng q ablar cntgo.
Ya te as liad cn Claire?
Acabs d ganar la apsta.

Hijo de puta. Cabrón. Cerdo...
Le tiré la ropa a la cabeza. Me miró, intentando averiguar lo que me estaba rondando. Se levantó y se acercó a mí buscándome con los brazos abiertos.

-Claire, ¿qué te pasa?-preguntó al ver como lloraba. Retrocedí huyendo de él, hasta llegar a la ventana.

-Eres un hijo de puta...-susurré llorando por la rabia. Leí el mensaje en voz alta y le tiré el móvil.- ¿Con que una apuesta no? ¡Largate!-le empujé queriendo que se marchara.

-Claire por favor, déjame explicártelo-suplicó intentando cogerme la mano. Pasé a su lado y me puse el pijama de nuevo. -Todo empezó como una apuesta, pero... terminaste gustándome, y mucho.-me reí, sarcásticamente. Levanté la mirada con una sonrisa en la cara.

-Eso dices ahora que te he pillado, sino lo hubiera hecho no lo dirías. Vístete-le ordené. No me hizo caso y se acercó a mí. Hizo que levantara la vista y le mirara.

-¿No te lo he dicho ya? ¿No te lo he demostrado?-comentó mirándome dolido.- Sé que es de cabrón lo que he hecho, pero gracias a eso te conocí más.

-¿Cómo voy a confiar en ti ahora? ¿Cómo voy a saber que cuando me besas eres sincero?-pregunté preocupada. Rodeó mi cintura con sus brazos y me besó en la mejilla. Me cogió la mano y la puso sobre su pecho, me besó en la boca por sorpresa. Noté como aceleraba su corazón y seguía mientras me besaba.

-¿Lo has notado? Cuando no me creas haz la prueba-me abrazó y me besó en la cabeza.-Lo siento pequeña.-me eché en la cama cuando me soltó, se sentó a mi lado y me acarició el pelo.-No soy bueno para ti...

-No, yo soy demasiado gilipollas-susurré llorando todavía.-Anda ven-le llamé dándome la vuelta.

Había sido su apuesta con Lucy. Y ahora, era algo más, o eso juraba él. ¿Y si miente? Seguiré con él, a veces una mentira piadosa hace mucho bien. Haré como que esto no ha pasado nunca.

Se echó enfrente de mí, mirándome preocupado. Lo abracé, y pasé una pierna por su cintura. Me acarició el tobillo y sonrió tímidamente.

-¿Esto quiere decir que ya me has perdonado?-preguntó ilusionado. Sonreí sin poder evitarlo y afirmé con la cabeza. Me besó con ganas, sin dejarme respirar. Me apretó contra él con necesidad. Queriendo sentirme cerca de él.-Te quiero.

-Y yo a ti-respondí. Me quedé dormida entre sus brazos y cuando me desperté tuve una pequeña sorpresa...

lunes, 9 de agosto de 2010

Closed eyes. XX

Han pasado dos semanas desde aquel maldito día y mi madre ha conseguido salir del hospital. Pero en silla de ruedas. Se le ve triste, apagada; a pesar de los fallidos intentos de animarla. Eso poco duraría...

Freddie le pidió matrimonio y ella aceptó entusiasmada. ¡Bien, otro desconocido en casa! Esperemos que no se marche.

Hace años acepté que mi madre echara de menos ser madre por segunda vez, y que adoptara a un muchacho de diecisiete años. Lucas, el conflictivo. Se escapó de casa y desde entonces le están buscando. Le terminé cogiendo cariño, era la única que sabía como era debajo de esa coraza. Desde pequeño, vivió con su abuela y después que esta muriera se recorrió todos los centros de menores de la ciudad, hasta que empezaron las adopciones. La primera fue la que le marcó para siempre.

-Con siete años me adoptó una pareja de unos cuarenta años o así. El viejo se emborrachaba, y por cualquier cosa venía a pegarme. Pero yo no era el único, su mujer también... Fue ella quien me sacó de allí-me confesó sentado en mi cama enfrente de mí.-Por eso tengo esta actitud, de que todo me resbala.

-No tienes por qué actuar así. Hay gente que te quiere ayudar, de verdad-le reproché mirándolo.

-Lo sé, pero soy así-se disculpó. Me miró, sonrió y me hizo cosquillas. No recuerdo la última vez que me reí tanto como ese día.

Mi madre se quedaba a dormir abajo, mientras que yo seguía en mi habitación. Una noche, unos golpes en la ventana me despertaron. Me levanté y vi que alguien estaba tirando piedrecitas. Me froté los ojos y abrí la ventana.

-¿Thomas? ¿Qué haces?-pregunté con voz pastosa.

-¿Puedo hacerte compañía? No puedo estar en casa-respondió mirándome. Me estiré y le indiqué que esperara. Bostecé y le dije que entrara por la puerta del jardín.

Bajé al jardín y le abrí la puerta. Me sonrió nada más verme y me abrazó. Me acurruqué entre sus brazos, pestañeando compulsivamente evitando dormirme.

-Vamos arriba, que te estás quedando un poco traspuesta-se rió y me guió hasta mi habitación. En cuanto llegamos, me ayudó a entrarme en la cama y se quitó los zapatos. Se echó a mi lado, abrazándome.- Claire...

-¿Sí?-susurré casi dormida.

-Te quiero-susurró antes de besarme detrás de la oreja. Se me puso la piel de gallina al sentir el roce. Me acarició los brazos y me besó en la boca, consiguiendo desvelarme.

-Vale, ya no puedo dormirme-susurré intentando levantarme. Me retuvo junto a él y me agarró por la cintura. No terminaba de pensar con claridad, ¿qué pasaba?- Thomas, ¿por qué no estás en tu casa?-pregunté entre beso y beso.

-Mis padres se van a divorciar-respondió apoyándose en su codo. Me miró entristecido de repente y se echó boca abajo en la cama. Me senté y le acaricié el pelo, le besé en la mejilla.

-Lo siento cielo-me miró y se echó entre mis piernas, abrazándome por la cintura. Metió las manos por debajo de mi camisa, parándose antes de llegar a mi pecho.- Thomas...- Subió y me comió la boca con necesidad, mientras notaba como algo duro chocaba contra mi abdomen.

-Shh-susurró. Me calló con un beso mientras su mano descendía por mis calzonas.

martes, 3 de agosto de 2010

Closed eyes. XIX

Me apoyé en la pared del ascensor. Esperaba que comenzara a hablar, que dijera todo lo que había hecho y que me dijera que quería. Pero no rompió el silencio...

-¡¿Por qué me haces esto?!¡¿Qué quieres de mí?!-pregunté furiosa.

A pesar de la voracidad de mi voz, me sentía frágil, como si pudiera caerme en algún momento. Respiré hondo, hacía mucha calor y estaba sudando. Me miró riéndose, se giró y paró el ascensor.

-Yo no quiero nada de ti. En realidad, no esperaba encontrarte aquí, y ahora que recuerde, tú y yo tenemos algo pendiente-rió y le dió al botón del ascensor.

-¿Ah sí?-lo miré enfadada. Si se pudiera matar con la mirada, yo lo habría hecho. Se acercó a mí, esta vez serio. Le seguí con la mirada, se puso a mi lado y agachó la cabeza.

-Lo que pasó en mi casa fue un error, iba algo borracho. Yo no trato así a nadie, de verdad-me miró avergonzado.-Lo siento mucho.

Escruté su cara, la manera de decirlo y su lenguaje corporal. Quería saber si era sincero, no quería que me engañara. Seguía mirando el suelo cuando llegamos a la primera planta. Levantó la vista al ver que entraba gente y suspiró ruidosamente. Le observé cuando lo hice, y le susurré en su oído.

-Acepto tus disculpas-y salí del ascensor. Thomas me esperaba en un rincón apartado, apoyado sobre una pared. Me miró fríamente, de arriba a abajo. Quizás dolido, sorprendido, porque hubiera echado a correr hacia Nico nada más verlo. Quizás celoso...

-¿Estás bien?-preguntó abrazándome rápidamente por la cintura. Se le veía preocupado, enfadado y algo más que no lograba descubrir.

-Sí, no te preocupes. He hablado con él, y... le he perdonado-respondí mirando al suelo. Me apretó muy fuerte y suspiró muy cerca de mi oído. Levanté la vista buscando su mirada, pero estaba siguiendo a Nico. Me besó justo cuando pasó por nuestro lado y siguió después que su móvil sonara. Buscó mi lengua con desesperación y cuando la encontró no dejó de entrelazarla con la suya. Despegó sus labios y susurró ante los míos que me quería, me volvió a besar, bajando sus manos desde mi cintura hasta los bolsillos traseros de mi pantalón.

-No deberías haber hablado con él, a saber lo que podría haberte hecho-me recriminó. Me agarró la cara, haciendo que le mirara.-Si llegara a hacerte daño, nose ni lo que le haría.

-¿Por qué? Tú... no me quieres de la misma manera ... en que lo hago yo-le solté y me alejé de él. Me mordí el labio mirando una pared embobada. Quizás no debería haber dicho eso. Me había pasado un poco, pero era algo que había pensado durante toda la noche.

Se quedó callado durante un rato. Después, se puso a mi lado sin saber que decir. Apoyó su cabeza en mi hombro mirando hacia el mismo punto que yo.

-¿No te lo he demostrado ya?¡¿Y en la fiesta?!-dijo levantando un poco la voz.- Si no te quisiera te hubiera dejado con ese baboso-me reí irónicamente. Había algo que se le había olvidado. Mejor dicho, alguien.

-Ah, me quieres... si de verdad, lo hubieras hecho no habrías besado a... Anne-le contesté borde.

viernes, 16 de julio de 2010

Closed eyes. XVIII

-Eres un imbécil-susurré levantándome.

Me miró sorprendido, quizás porque no creía que fuera capaz de insultarle. No me conocía nada...

-Escúchame por favor, nose que pasó, ella se acercó, yo .. estaba algo rayado por la pelea y ocurrió-se excusó agarrándome del brazo. Lo miré con asco y me libré de él.

-Tú siempre tienes excusas para todo-contesté furiosa. Me besó de repente, agarrándome con fuerza la cara. Le pegué en el pecho con furia, quería que me soltara, que me dejara en paz. Bastante había tenido con lo de mi madre, Nico y todo lo demás. Me agarró las manos con fuerza y las puso en su cuello. Un beso con fuerza, con amor, con odio... Luego se volvió adictivo. Despegó su boca de la mía y me volvió a besar, esta vez, permitiéndolo yo. Me abrazó cuando se separó y se lo agradecí, necesitaba consuelo, aunque fuera de él. Rompí a llorar silenciosamente mientras el doctor Smith se acercaba.

Lo miré limpiándome las lágrimas. Me sonrió y negó con la cabeza. Estaba bien, mi madre estaba bien. Me indicó que vendría ahora, primero tenía que hacer unas cosas y yo afirmé con un movimiento de cabeza. Mientras tanto, Thomas me tenía entre sus brazos, pero yo no estaba allí.

Las puertas del ascensor se abrieron y salieron una pareja. Quedaba un hombre... Nico. El mismo corte de pelo, el mismo color de ojos, el mismo tono de piel, el mismo estilo a la hora de vestir. Me miraba divertido, sonriente, seguramente había sido él.

-¿Claire, estás bien?-preguntó Thomas mirándome.

-Podría estarlo más-sonreí falsamente. Corrí hacia el ascensor y entré antes de que se cerraran las puertas. Ahora estábamos él y yo, solos en un ascensor. Necesitaba mis respuestas...

Antes de que se cerraran definitivamente las puertas, vi a Thomas mirarme incrédulo. Sin saber, qué mosca me había picado. Se quedó pensativo durante un par de segundos y me miró con los ojos abiertos. Lo sabía, lo había descubierto...

martes, 6 de julio de 2010

Closed eyes. XVII

Nadie te decía nada. Todos pasaban a tu lado y cuando les preguntabas hacía como que no habían escuchado nada. Sólo un simple eco...

Me senté en uno de los pasillos, esperando sola, después que la enfermera que se había quedado conmigo tuviera que irse. Desde nunca me gustaron los hospitales, para mí simboliza la muerte, desde que con nueve años tuviera que ver a mi padre en una de esas camas luchando por su vida. Al final todo terminó en el cementerio.

Me mordí las uñas, nerviosa. ¿Qué estaría pasando? Pero nunca me imaginé ver a quienes vi allí. ¿Cómo se había enterado Thomas?

Acababan de dar las siete en punto y no había nadie por los pasillos, excepto yo. Sólo cerré un momento los ojos, me dolía el cuerpo y estaba demacrada tanto físicamente como psicológicamente. Cuando de repente me sobresalté al notar como alguien me zarandeaba. Abrí los ojos y me los froté al no ver nada.

Miré a mi lado y vi a Thomas agachado frente a mí. Lo miré y desvié la mirada al instante, no pude hacer como si no hubiera pasado lo que vi.

-Lo siento-susurró abrazándome.

¿Por qué lo decía?¿Por qué había besado a otra diciéndome que me quería o por qué mi madre estaba muy mal? Lo miré a los ojos, separandome un poco de él. Negué con la cabeza haciéndole saber que no tenía ni idea de por qué lo decía.

-Por lo de tu madre, me lo ha dicho mi padre-susurró antes de intentar besarme. Le puse la mano en la cara y le empujé hacia atrás.-¿Qué pasa?

-Te he visto besándola. ¿A qué juegas?-pregunté muy bajito. Miró fijamente una pared mientras entrelazaba sus dos manos.

-Yo no juego a nada. Sé lo que quiero...-me miró a los ojos.-Y te quiero a ti, no a ella. Tú nunca me fallarías...

Closed eyes. XVI

Lo miré vacilando. No lo conocía de nada, sólo había operado a mi madre. No tenía que preocuparse por mí también.

-No tengo hambre-mentí mientras me sonaban las tripas.

-¿Seguro que no?-sacó un donut del bolsillo de su bata y me lo enseñó. Lo miré fijamente, me apetecía pegarle un mordisco, pero no podía moverme de allí.-Vamos a la cafetería, yo invito.

-No puedo, tengo que ...-pensé algo rápidamente.-quedarme aquí, para saber como sigue mi madre.

-El médico que la atiende soy yo, con cualquier cosa me avisarán-suspiro mirándome y me abrió la puerta del baño para que saliera.

Salí resignada, aunque iba a comer sin tener que pagar. No lo conocía, sólo era el médico que le había tocado a mi madre. Se preocupaba por los demás, y eso me gustaba. Había pocas personas que hicieran eso.

Nos tomamos un café y me habló sobre su vida. Me explicó que había decidido ser médico, no porque a él le gustara demasiado, sino, que su padre lo había sido y le disuadió de cualquier otra idea.

Me estaba comiendo una galleta cuando una enfermera entró corriendo en la cafetería y se acercó a nosotros. Lo supo en cuanto la vio, algo estaba ocurriendo...

-Le necesitan en la habitación de la señora Brown doctor Smith, es urgente-comentó sin aliento.

Se levantó con prisa mientras yo le seguía. Se dio la vuelta y me dijo que yo no fuera, le pidió a la enfermera que se quedara conmigo y se fue por el ascensor.

Haz lo que sea, sálvala, no me queda nadie más... -pensé mientras lo miraba.

martes, 22 de junio de 2010

Closed eyes. XV

Saque el móvil del mojado bolsillo del pantalón. Lo desarmé y lo limpié con la camisa, quizás funcionara. Lo volví a armar e intenté encenderlo, no iba. Bien, si alguien me llamaba escucharía la voz de una operadora diciendo: El móvil con el que desea contactar está apagado o fuera de cobertura.

De repente se encedió, y volvió a funcionar. Cincuenta llamadas perdidas, en cinco horas. Era alucinante... Abrí mucho los ojos y suspiré de repente agobiada. Diez eran de Suzanne, quince de Karl, ocho de Aaron, cuatro de Adrien, tres de un número desconocido y diez de Thomas.

Thomas, pensé. Me había engañado con esa ... ni siquiera tenía palabras para describirla con exactitud.¿Por qué lo había hecho?¿Por qué me había dicho que le gustaba?¿Era un juego?Maldito corazón, siempre es el que me hace daño.

-¿Familiares de la señora Brown?-preguntó la enfermera de nuevo.
¿Para qué preguntaba?¿Es que tenía memoria de pez?Me había visto toda la noche en la sala de espera y también cuando hablé con los policías. Ya tendría que saberlo, soy fácil de reconocer... O eso decía mi padre.

Me levanté algo irritada y anduve hasta el mostrador. Levanté la mano y me sonrió irónicamente. Menuda payasa, pensé mientras le miraba el lunar de su mejilla.

-El médico que ha operado a su madre desea hablar con usted-comentó mientras señalaba con la cabeza a un hombre que salía por la puerta de un despacho. Me acompañó hasta el lugar y me comentó que aunque acababa de llegar al hospital, el doctor Smith era un experto en medicina.

Me esperé a un hombre mayor, con barba. En eso me equivoqué, la puerta se abrió y entro un hombre de unos veintitantos años de ojos azules. Me saludó y se sentó enfrente de mí.

-Hemos operado a la señora Brown y conseguimos sacarle la bala. Su estado es muy grave, la bala se alojó en la médula espinal y podría quedar parapléjica-comentó algo apenado.

-Perdone un momento-salí corriendo de la habitación y corrí al baño. Tenía ganas de vomitar, pero no sabía por qué.

Me puse de rodillas enfrente del retrete y vomité todo lo que había comido en ocho horas. Estaba llorando como un bebé, con náuseas y una madre que probablemente se quedaría en una silla de ruedas.

Alguien llamó a la puerta. Me quedé callada mientras alguien habría el grifo. Miré las firmas de las puerta y una gota me cayó en la frente. De seguido un chorro de agua me caía encima.

-¿Estás tonto o es que te lo haces?-grité mientras abría la puerta.

-Creo que me lo hago, soy médico con veintitrés años.. Es un milagro-bromeó ante mi mal genio.-¿Está usted bien?-pregunto abandonando su broma.

-¿Cómo crees que estoy?-pregunté histérica.-Mi madre se va a quedar minusválida, mi...vida es un mierda-comenté melancólica. Me sonaron las tripas mientras me lavaba la cara.

-¿Cuánto hace que no has comido algo?-preguntó preocupado.

-Desde las diez-comenté.

-Vamos, -dijo mientras abría la puerta.-Te invito a comer.

miércoles, 16 de junio de 2010

Closed eyes. XIV

Respiré hondo e intenté no parecer demasiado fría, la cuestión era que pareciera que no había visto nada o que no me había importado. ¡Tú puedes Claire!-me animó una voz en mi cabeza. Abrí la puerta y crucé la habitación en menos de diez segundos sin que Thomas se diera cuenta.

Esquivé a más de uno mientras bailaba, pero no pude evitar a Karl, Corbirock, Suzanne, Aaron, Adrien y Lucy. Me despedí con la mano de ellos pero Suzanne nose dio por satisfecha con eso. A esto se sumó Karl.

-¡Claire!¡¿Qué pasa?!-preguntó a voces Suzanne al ver que me marchaba corriendo. Hice como que no la escuché y seguí andando aún más deprisa. Estaba a punto de coger un taxi cuando alguien me agarró por el brazo y tiró de mí hacia atrás.

-¿Qué coño estás haciendo?-preguntó mientras cogía aire.

-Karl, no quiero contártelo-respondí sincera.

-¿Si fuera Thomas me lo contarías?-inquirió algo celoso. Anduve hasta el taxi y cuando abrí la puerta lo miré.

-No lo haría tampoco-contesté triste.

Me senté y le susurré como pude al taxista que me llevara lo más rápido al Hospital. Miré por la ventanilla, ayudaba pensar en las luces de millones de farolas y casas que componían una ciudad. Sólo que poco a poco, cada una se iba enciendo o apagando, casi nunca al compás de su vecina.

¡Qué maldita vida!Sueno como una persona que ha vivido más de dieciséis años-pensé mirándo por la ventanilla.-La verdad es, que lo parece, me han pasado demasiadas cosas en tan poco tiempo.

-Ya hemos llegado señorita-dijo el taxista. Parpadeé y afirmé con la cabeza, le pagué y le di las gracias. Respiré hondo y miré las letras que componían la palabra URGENCIAS. Entré y me acerqué al mostrador para preguntar por mi madre. Me dijeron que esperara un par de minutos, que en cuanto tuvieran la información me llamarían.

Me senté en un sillón y esperé a que me llamaran, estaba claro que iban a tardar pero yo tampoco tenía sueño. Miré un punto en la pared, parecía una cereza de un tono amarillo más claro.

-¿Los familiares de Theresa Brown?-preguntó una enfermera. Me levanté corriendo y levanté la mano.

-Soy su hija-contesté nerviosa. Me miró de arriba a abajo y me empezó a explicar lo que le había ocurrido a mi madre.Una bala le había alcanzado el hombro cuando salía del coche de Freddie. Por suerte, esta no había alcanzado la yugular. Ahora estaba en cuidados intensivos, cuando despertara la bajarían a planta.

-Gracias-respondí a duras penas.
Volví a la sala de espera y me senté a esperar, era lo único que podía hacer. Saqué mi móvil y lo puse en modo silencioso, ya me había sonado una vez y no era muy educado que sonara en un hospital a las cinco de la mañana.

Una hora más tarde, dos policías llegaban preguntando por mi madre y por la persona que estaba esperando a que saliera del quirófano. Me levanté y la enfermera me señaló justo cuando iba a tomar un poco de aire fresco.

-¿Tú eres familiar de Theresa Brown?-preguntó el policía más viejo. Le miré y le afirmé que sí con la cabeza. El otro, parecía recién salido de la academia y no hacía más que mirarme de arriba a abajo.

-Soy su hija-contesté dándole más detalles.

-¿Sabes si alguien querría hacerle daño?-preguntó el novato. Me senté y pensé en alguien que tuviera las suficientes agallas como para hacerlo. Por una parte estaba Nico, y por otra estaba Rebecca, la que hubiera sido la esposa de mi padre, sino llega a conocer a mi madre.

-Sólo creo capaz a una persona. A Rebecca Doyle-respondí tras un breve silencio.Siempre le guardó rencor, incluso su hija me lo tiene por eso. Y es que Rebecca, se casó con el mejor amigo de mi padre, Robin,después que mi padre la dejara por mi madre, ahora, estaban a punto de divorciarse. De esa relación nacieron Anne y Sacha.

Tras mil preguntas sobre nuestras vidas, se marcharon pero no antes que el novato me diera su tarjeta por si tenía algún problema. Le di las gracias y se fueron definitivamente, ojalá que lo encontrarán lo más rápido posible y que se pudriera en la cárcel. Se lo merecía, mi madre era lo único que me quedaba...

Mi padre había muerto en un incendio. Él era bombero y esa noche habían llamado unos vecinos diciendo que la casa de al lado se estaba quemando. Un matrimonio y su hijo de siete meses se habían quedado atrapados en el interior. Entró, a rescatarlos, a pesar de que le dijeron que no lo hiciera. El techo se derrumbó cuando estaba dentro, por suerte, encontró una salida, pero no pudo hacer más. En cuanto salió se derrumbó y nunca recuperó la consciencia.

¿Cómo hubiera sido todo si él siguiera vivo?Seguramente, tendría a alguien que hiciera el papel de padre...

martes, 15 de junio de 2010

Closed eyes. XIII

-Sí, ¿y tú?-pregunté preocupada.

-Dentro de cinco minutos estaré mucho mejor-respondió sonriendo levemente. Le sonreí un poquito a cambio y un aura de incomodidad se hizo presente en la habitación.-Gracias por... curarme.

-A ti por quitarme de encima a ese baboso-respondí mientras le pasaba la gasa por el labio. Hizo un pequeño gesto de dolor y me miró con nervios.-Siento lo de antes...

-No ha pasado nada-le respondí sonriéndole. Él lo hizo también y cambió de gesto enseguida por el dolor que acababa de resgresar. Me reí un poquito de él y terminé abrazándole en el suelo. Allí nos encontró Anne después de una hora.

Al principio pensé que era Suzanne, por los zapatos que tenía ella tan parecidos, pero nada más verle el pelo moreno supe quién era. La ex de Thomas. La payasa que se había liado con otro y le decía a Thomas que le quería.

Me alegró verle la cara de amargada que tenía y la mirada de rencor y rabia que me dirigió. Thomas me besó en la frente y me abrazó más fuerte y la miró con indiferencia. A Anne se le cayó la máscara transparente que llevaba y dejó que por primera vez, supiera que había tenido algo que de verdad le había importado.

-¿Te encuentras bien, Thommy?-preguntó recuperándo su estado de superioridad.

-No me llamo Thommy, sino Thomas-respondió irritado.-Y si, estoy bien, mejor dicho, estoy que te cagas-contestó mientras me reía de su tono de voz.

Mi móvil sonó y salí al patio para contestar la llamada. Era el número del hospital de la ciudad, ¿qué habría pasado?Seguramente fuera mi madre, ¿había tenido un accidente de coche?¿Se había caído?

-¿Diga?-pregunté mientras respondía a la llamada.

-¿Eres Claire Brown?-preguntó una voz femenina.

-Sí, soy yo-contesté insegura.

-Su madre está hospitalizada. Le han...disparado. Necesitamos que venga lo más rápido posible-me quedé en estado de shock mientras la señora me seguía hablando. ¿Cómo que la habían disparado?¿Quién?¿Dónde?¿Cuándo? Colgué y me puse a llorar. Tenía que ir al hospital y saber como estaba y qué había ocurrido.

Respiré hondo e intenté que pareciera como si no hubiera llorado. Abrí los ojos y miré la cocina. El móvil resbaló entre mis dedos y se calló en un cubo de agua. Thomas y Anne se estaban besando...

sábado, 12 de junio de 2010

Closed eyes. XII

La hora de la fiesta se acercaba y yo cada vez tenía más ganas de quedarme en casa enterrada bajo cincuenta mantas y un gran bote de helado de café.

¡Qué pena no ser piedra! Ellas si que no tienen problemas, no sienten nada, ni tienen preocupaciones.Ojalá fuera como ellas, me ahorraría muchos disgustos.

Si hubiera tenido un hermano, habría tenido un punto de apoyo al que le podría contar todo esto. No me habría juzgado como haría mi madre. Pero el que pudo serlo, murió en el parto. Nunca podré saberlo...

Dejé de pensar en eso, y pensé en quien iría a la fiesta. Todos los de mi clase, estaba claro; y las otras dos más. La mayoría eran odiosos ... Me di cabezazos contra la pared, donde me había metido. Yo no quería ir a esa estúpida fiesta, me iba a aburrir en cinco minutos y más aún con mi mejor amiga ocupada en manosearse con su novio.

Terminé resignándome, ¿qué iba a hacer en casa? Comer y comer. Hartarme a helado por el miedo que tenía. El timbre de la puerta sonó, bajé las escaleras corriendo y me despedí a voces de mi madre.

-Hola chicos-les saludé mientras salía. Me sorprendí al ver también a Karl, era muy extraño que él fuera a alguna fiesta.

-¡Hola!-respondieron a coro. Caminamos hasta casa de Adrien en silencio, aunque a la parejita no le hacía falta comunicarse.

En cuanto llegué vi a Aaron y me entraron ganas de correr, pero era demasiado tarde, ya me había visto. Y aparte, era imposible con los taconazos que llevaba.

-¡Ey Brown! Al final has venido-comentó mientras me daba dos besos.
-Sí, cómo podría perderme la fiesta-respondí sarcásticamente. Karl me miró y se rió de mi tono de voz. Me reí con él y entramos juntos en el salón. Sonaba la canción de Taio Cruz, break your heart. Con la que Karl y yo nos sentíamos tan identificados, sobre todo con la parte en la que decía If you fall for me, I'm not easy to please, I'mma tear you apart, Told you from the start, baby from the start.

Sí te enamoras de mí



No soy muy fácil de complacer


Voy a hacerte llorar


Te lo dije desde el comienzo, cariño, desde el comienzo.

-¿Quieres algo?-le pregunté a Karl mientras Thomas se acercaba a nosotros.

-Irme a casa-respondió resignado.-Pero como no puedo, pues una coca-cola.
Le miré compresiva, yo también quería lo mismo. Yo había venido por Thomas y Aaron, pero, ¿él por quién había venido?No podía ser por mí ... Le di su coca-cola y se sentó en el sillón más apartado.

Alguien me tapó los ojos por detrás, se rió y me saludó. Thomas. Le sonreí a cambio mientras me agarraba por la cintura.

-Hola guapa-comentó dándome un pico. Me sonrió y yo le regalé una pequeña sonrisita a cambio.-Al final has venido.

-No tenía nada mejor que hacer-respondí alegre.

Miré de reojo a Karl, que estaba hablando con un muchacho y de vez en cuando me miraba. La cuestión era que su cara me sonaba de haberla visto en algún lugar... Pero no recordaba en qué.

Me concentré en averiguar la identidad de este chico. Thomas me seguía hablando mientras yo seguía pensando. No era ningún repartidor de comida rápida, porque normalmente yo no comía eso. Tampoco podía ser un ex-novio, lo habría reconocido ya. O alguien de la familia... mi primo John.

Corrí y le abracé con una sonrisa en la cara. Era él, tenía la misma nariz y los mismos ojos, aunque había cambiado mucho desde la última vez que lo ví. Me abrazó y se rió conmigo.

-¡Cómo has cambiado prima!-comentó mientras se reía y me volvía a abrazar. Me hizo de dar una vuelta y me miró.

-¡Tú estás más grande, y mira que ya lo eras!-me puse de puntillas y ni siquiera pude alcanzarle.

Me acordé de Thomas y no lo vi por ningún lado. Salí a buscarlo a la calle y allí estaba, sentado en la acera pensando en algo. Tendría que explicarle quien era John y por qué había reaccionado así.

-Hola-susurré detrás de él. No me contestó y siguió hablando-¿Qué haces aquí? La fiesta es dentro...

-Tengo que pensar en algo-contestó algo enfadado.-¿Puedes dejarme solo?-me levanté y me sacudí la falda.

-No tienes por qué estar celoso, es mi primo-le aclaré y empecé a andar.

-¿Crees que es eso?Ni siquiera estamos saliendo-comentó riéndose. ¡Vaya engreído!Y me había enamorado de él...

-Tampoco quiero-respondí irritada. Entré en la fiesta y decidí pasármelo genial, ya que no hay cosa que más moleste, que la chica por la que estás pillado sea feliz mientras tú no. Bailé con todo el mundo, incluso con Adrien, el que estuvo a punto de pegarme.

Me senté con mi primo y sus amigos en un sofá y se acercó Aaron a saludarlos. Abrió mucho los ojos al verme allí y actuó como si yo no existiera. Le guiñé un ojo y le saqué la lengua. Resultaba que mi primo formaba parte de una de las hermandades de la universidad, y era un privilegio conocer a alguno de ellos. Fui a por un par de copas y Aaron se acercó a mí.

-¿De qué los conoces?-preguntó mientras cogía unos vasos.

-El moreno de los ojos azules es mi primo-respondí sinceramente. Preparé unos mojitos y se los dí a los demás. Uno de ellos me abrazó por la cintura y me lo intenté quitar con un empujón, pero no me dejaba en paz. Quería liarse conmigo, pero yo no quería... Empecé a gritarle que me soltara y se puso cada vez más agresivo. Mi primo y Aaron se metieron en medio, pero no consiguieron que me dejara. Volvía una y otra vez. Me miraba con cara de odio, como si le hubiera hecho algo imperdonable...

La música paró de repente. Todo ocurrió muy rápido, Thomas entró dentro y al ver que no me dejaba le pegó un puñetazo. Él le dio otro y terminaron pegándose una paliza de muerte. Los separaron entre cuatro o cinco y los amigos de mi primo se lo llevaron de allí. Mientras, John me dijo que me había echado mucho de menos, me dio su número y me prometió hablar conmigo al día siguiente.

Aaron, Corbirock, Adrien y yo, nos llevamos a Thomas a la cocina. Se le estaba hinchando el ojo, aparte de tenerlo morado, le salía sangre por la nariz y tenía rajado el labio. Le hice de sentarse en una silla enfrente de mí y le curé las heridas.

-¡Ese tío es un payaso!-gritó Corbirock enfadado.

-Menudo cabrón, y encima tratar así a una mujer. Vaya hijo de puta-comentó Aaron.

-Por suerte, no han roto nada-dijo Adrien en su mundo. Le miramos todos excepto Thomas que me seguía mirando. Le dirigimos miradas de asombro y enfado mientras observaba hacia algún lado. Se dio cuenta y nos miró a cada uno sin saber por qué lo hacíamos.

Les indiqué ligeramente con la cabeza que se marcharan, Corbirock y Aaron lo pillaron al instante pero Adrien...

-Adrien, creo que hace falta que vayamos a animar un poco la fiesta-le sugirió Corbirock.

-No gracias, voy a quedarme aquí por si necesitan algo-contestó.

Aaron se rió y lo agarró de un brazo mientras Corbirock le empujaba. Me reí cuando Adrien se calló y la manera que tuvieron de levantarlo. Pero enseguida recuperé la seriedad.

-¿Te duele?-pregunté mientras le limpiaba las heridas con betadine. Hizo un gesto de dolor y siguió mirándome.

-¿Estás bien?-preguntó mirando mi reacción.

lunes, 7 de junio de 2010

Closed eyes. XI

-¿Vas a ir a la fiesta que hay este fin de semana?-preguntó Thomas antes de irse.

-No tengo muchas ganas-respondí algo sorprendida todavía.

-Anda vente, verás que guay-intentó convencerme mientras me daba un beso.

Me sonrió y se fue. Cerré la puerta y subí al cuarto de baño todavía sorprendida. ¿Qué había pasado?¿Había pasado lo que yo creía que había pasado? Sonreí y me metí otra vez en la bañera.

Terminé convenciendome que la fiesta no iba a ser tan horrible, y decidí ir. La semana se me pasó volando, gracias a Suzanne y su reciente relación con Corbirock. Tal para cual... vaya dos patas para un banco.

Le conté lo que me había ocurrido con Thomas. No compartía mi alegría ... Me aconsejó que no me hiciera ilusiones, que sólo era un beso. Le di vueltas durante toda la semana, hasta que llegó el día de la fiesta de Adrien.

-Esta noche a las once en mi casa-le dije a Suzanne.-Y traete a Corbirock, si te apetece-dije irónicamente.

-No te preocupes, que irá-comentó feliz.

No se despegaba de él, que baboseo y manoseo ... ¡Puaagg! Vale, que el amor sea de dar abrazos, besos, caricias; pero ellos eran de más. Nose como podían respirar tan acaramelados las veinticuatro horas del día.

Me duché, me vestí, me peiné y me maquillé. Mientras lo estaba haciendo, llamaron al móvil de mi madre. Era el mío ... Lo desarmé y le quité la tarjeta. Me la guardé en el pantalón y al llegar a mi habitación la escondí bajo el colchón.

¿No lo había dado de baja mi madre? Otra vez ese malnacido quería tener bronca .. pues la iba a conseguir.

domingo, 30 de mayo de 2010

Closed eyes. X

Me metí en la bañera con el agua ardiendo. Necesitaba relajarme, y pensar en el calor me solía ayudar. ¿Cómo podía escaquearme de ir a la fiesta? Tenía las ganas justas para ser feliz, pero para una fiesta ... no, ni de coña.

-Puedo llamar a Aaron y explicarle que me he puesto mala de repente y que es muy contagioso-pensé en voz alta.

Cerré los ojos y dejé a mi mente que trazara formas abstractas. ¿Por qué todo se había complicado tanto? Joder, no quería ir a la fiesta, pero si esto ayudaba a volver a hacerme amigos de Aaron y los demás, no iba a dejar esta oportunidad.

Iría a la fiesta, pero estaría sólo un rato de nada. Llamé a Suzanne y le comenté que si teníamos algún plan para el sábado, me contestó que no. Le expliqué que Aaron me había invitado a la fiesta de Adrien, pero claro, si yo voy ella va también.

El timbre sonó y como de costumbre me había quedado sola en casa. Ya que la pitorrera de mi madre se había ido con su novio a cenar. Salí de la bañera con prisa y me tapé con la primera toalla que encontré. ¿Dónde estaban los albornoces? Solían estar detrás de la puerta, pero allí no había ninguno.

Bajé las escaleras dejando un rastro de gotas. Me coloqué de nuevo la toalla, sólo por si acaso se me caía y abrí la puerta. Le miré a los ojos mientras me observaba de arriba a abajo con la boca abierta.

-Uaaaaau-susurró bajito.

-¿Qué quieres?-pregunté con prisa.

-Quería hablar contigo por lo de esta mañana-respondió sincero.-Veo que no puedes ahora, luego vengo-dijo mientras se marchaba.

-¡Noo!-grité.-Podemos hablarlo ahora-dije mientras me miraba.-Vamos, pasa-le ofrecí mientras se paraba enfrente de mí.-Voy a secarme, no tardo nada-sugerí mientras se paraba en las escaleras.

-No hace falta, no voy a tardar nada-respondió mirándome de arriba a abajo. Le miré riéndome y levantó la vista de mis piernas.-Venía a... decirte que siento mucho haberte besado así.

-Sí, no deberías de haberlo hecho-respondí colocándome la toalla.

Me miró incrédulo. Se acercó un poco a mí y me miró el escote. Retrocedí hasta dar contra la pared y él siguió avanzando. Se pegó contra mí y me miró la boca.

-No me lo creo-susurró muy cerca de mí. Su aliento rozó mi cara como una nube de gas tóxico, me hipnotizó. Me puse nerviosa y pensé en una respuesta lógica que no mostrara mis sentimientos.

-Ve creyendolo-contesté embobada. Intenté librarme de él, pero nose movió ni un centímetro. Me agarró con más fuerza.-No eres el centro del universo ¿sabes? Y menos del mío... -se rió y se acarició el pelo.

-Prefiero comprobarlo-musitó con voz dulce.-¿Si te beso ahora, me vas a pegar como esta mañana?-preguntó demasiado cerca de mi boca. No supe que contestar ya que sus labios silenciaron a los míos. Pero esta vez, le respondí a su beso. De repente, todo se volvió salvaje y me pedía más y más.

Intenté que me dejara respirar pero ni siquiera le moví un milímetro. Me levantó las manos mientras me seguía besando y la toalla se calló al suelo. ¡Qué vergüenza! Paró de besarme y me sonrió.

-No voy a mirar, te lo prometo-contestó tapándose los ojos.

Cogí la toalla y me la puse enseguida. Espero que no me lo haya visto todo, todavía no estoy lista para esto; pensé. Le quité las manos de la cara y le abracé.

Todo esto era un sueño ...

martes, 25 de mayo de 2010

Closed eyes. IX

Me senté junto a Suzanne. Estaba dibujando corazones en su agenda, seguramente junto al nombre de Corbirock, Liam.

La saludé y siguió a lo suyo. La miré y me reí de ella, tenía cara de enamorada.
-¿Hola?¿Hay alguien ahí?-pregunté mientras le golpeaba ligeramente la cabeza. Levantó la vista de su agenda y me miró. Se tocó la cabeza y me saludó.

-No sabía que estuvieras ahí, ¿cuándo has venido?-preguntó adormilada. Corbirock se levantó y se fue al pasillo, Suzanne lo siguió con la mirada. Suspiró y me atendió de nuevo.

-He llegado hace un rato. La repelente de Lekker no me ha dejado entrar-respondí algo irritada. Corbirock volvió a entrar en la clase y otra vez Suzanne lo seguía con la mirada. Pero tenía que ayudarla, mi mejor amiga desde la guardería no lo iba a pasar mal sin un motivo.-Ahora vengo.

-¿Qué vas a hacer?-preguntó mientras me levantaba y me iba. Me acerqué a Corbirock y le pregunté si podía hablar con él en el pasillo. Le pregunté si tenía novia y me contestó que no. Bien, primer punto aceptado. Vamos a por el segundo.

-La cosa es así de sencilla, una amiga mía está loca por ti. Pero nose atreve a decirte que le gustas y me preguntaba, ¿si me harías el favor de darle una oportunidad? Me lo debes por lo de segundo-le contesté.

-¿Quién es?-preguntó tras soltar un suspiro.

-Suzanne-respondí insegura. Me sonrió y me comentó que más de una vez se había pensado en pedirle un lío, pero nunca se había decidido. Le parecía una chica con bastante gracia y me pidió que le diera su número de teléfono.

-Dile que me llame y ya hablamos ella y yo ¿sí?

-Corbirock, ¿de verdad crees que lo va a hacer? Llámala tú, he hablado contigo sin que ella lo sepa...Cuando quiera llamarte se morirá de vergüenza-se lo pensó y finalmente accedió. Sabía que yo, tenía razón. Me tendió la mano y se la choqué.-¡Cómo le hagas algo te quedas sin mano!-dije apretándosela.

-Auuu-le solté la mano y entré en clase.
Suzanne me esperaba con una cara de demente. Estaba segura, de que si no hubieran estado allí los demás, me habría matado con la mirada.

-¡¿Qué has hecho?!-preguntó alterada en bajo para que nose enteraran.-¡Estás loca Claire!¡Cómo se te ocurre hacerme esto!-me recriminó gritando.

-Calla, shh-respondí tapándole la boca con la mano.-Le he contado que le gustas...-me quitó la mano y me siguió insultándo.-¿Quieres dejar que termine?Me ha dicho que le gustas y quiere liarse contigo, me ha pedido que te de su número-hablé sonriente.

-Ay que me da-dijo mientras se echaba aire con la mano.-¿Te he dicho alguna vez cuánto te quiero?-comentó mientras me abrazaba. Me mordí el labio, que pelota estaba hecha. Pero la quería, mi peque siempre había estado conmigo incluso cuando todos me dejaron de lado en segundo. Corbirock era ... como explicarlo, algo más que un mejor amigo y se dejó llevar.

lunes, 24 de mayo de 2010

Closed eyes. VIII

-¿Qué te ha pasado?-preguntó Karl preocupado.

Miré la fuente y pensé sobre lo que iba a decir. Karl, eres mi mejor amigo, se que siempre podré contar contigo, pero esto prefiero guardármelo para mí.

-Cosas que suelen pasar en casa-contesté totalmente ida.

-Sabes que puedes contármelo, si quieres, claro-comentó curioso.

-No, gracias. Es entre familia-contesté eludiendole.

Se quedó callado incómodo por mi silencio y sacó el móvil para mirar la hora. Thomas me ha besado, pero ¿por qué? Nunca ha mostrado interés por mí y hoy ... Me toqué inconscientemente el labio con los dedos.

Seguía sin entenderlo. ¿Me había mirado una vez para ver lo bello o dos para ver lo justo? Nose a que vino esto, pero lo pensé. Quizás se deba a mi falta de autoestima, estaba encerrada en una burbuja tamaño medio que me protegía, pero muy de vez en cuando, tenía que explotarla.

-¿Nos vamos al insti, de una vez por todas?-preguntó insistente.

-¿Qué prisa tienes?Acabas de llegar-respondí indiferente.

-Te he dicho que tenemos un examen. No se que mosca te ha picado hoy-comentó a regañadientes mientras se iba. Suspiré y me levanté del banco, pedazo bicho te ha mordido a ti Karl.

-¡Kaaarl!¡Espeeeeeraaaameeee!-contesté abrochándome la chaqueta.

-Date prisa-respondió enfadado.

Tuve que correr para poder cogerlo, y cuando lo hice aumentó aún más la marcha a la que iba. Me costaba seguir su ritmo y más de una vez me quedé atrás.

-Mira que te den, ya llegaré algún día-comenté mientras me paraba.

-Allá tú-respondió enfadado.

Cuando se ponía así no lo aguantaba, era un chico genial, pero cuando cambiaba de humor no podía tenerlo cerca demasiado tiempo. Era irritable, le cambiaba el humor extrañamente.

Por fin llegué al instituto cinco minutos después que Karl. Todos me miraban con la boca abierta, asombrados por mi actitud. Nunca creyeron que yo fuera de esas que se saltan las clases sin más...

Llegué tarde y la profesora no me dejó entrar. Me dejó en el pasillo, lo flipé. Con mi perfecto historial y por un día que llego tarde me deja fuera. Me quité la mochila y me senté en el suelo. La puerta de la clase se abrió y salió Aaron, el cotilla de la clase.  Me sonrió y se quedó hablando conmigo un rato...

-Te estás volviendo una malota Brown-comentó sentado a mi lado.

-Habló al que lo han echado por contar chistes verdes en mitad de la segunda guerra mundial-respondí riéndome.

-Pues eran buenísimos, es una lástima que te los hayas perdido-habló mientras me guiñaba un ojo.

-¿Ahora tienes un tic nervioso en el ojo?-pregunté quedándome encima de él.

-No, es que no veo bien aquí. Y ¿qué es de tu vida? ¿Tienes novio?-preguntó curioso.

Si alguien quería saber algo de un alumno, había que preguntarle a Aaron, era un experto en el tema. No se le escapa ninguna, y lo sabía antes que nadie.

Sonó el timbre y me levanté. Me limpié los pantalones y cogí la mochila mientras él seguía sentado junto a la papelera. Se puso de pie y miró un panfleto en el tablón de anuncios.

-Espero que vengáis a la fiesta que dan mis amigos este finde. Y no me digas que no-comentó al ver que abría la boca.-El sábado en casa de Adrien a las once-especificó.-Y no me hagas el feo de escaquearte y mandar a tus amigos ¿sí?-sonrió y se marchó.

En menudo follón me acaba de meter. Sólo me caían bien cuatro de sus amigos y él, los demás eran unos payasos con gran ego. Y las chicas, mejor no hablamos de las superhipermega pijas repelentes.

Entré en la clase enfadada y tiré la mochila a conciencia para que le diera a alguien. Por suerte, para mí le dio a Karl, alguien de confianza que no me iba a partir la cara.

domingo, 23 de mayo de 2010

Closed eyes. VII

Pensé en volver a su casa, con la excusa de recuperar el móvil. Pero, ¿después qué iba a hacer? Seguramente, querría tener algo conmigo y yo tendría que acceder. ¿Cómo podría pararlo?

Me tumbé en mi cama pensativa. Sólo lo sabía una persona, Thomas, y no era la más cercana para saberlo. Pero se me escapó y ya no puedo hacer nada para remediarlo. Terminé evitándolo durante las semanas siguientes, pero esto no era para siempre. Tarde o temprano me lo terminaría encontrando...

Salí de casa directa al instituto y él tenía que hacer lo mismo. Así que decidí salir un poco antes, y no cruzármelo. Ocurrió justo lo contrario...

-Buenos días Claire-me saludó Thomas.
Hice como que no le escuché y miré al frente. Anduve diez pasos y noté como alguien me agarraba por el brazo. Me giré ligeramente, y ahí estaba Thomas con una expresión de complicidad.

-No tienes por qué evitarme. No voy a decir nada-comentó mientras me soltaba.
-Lo sé. Pero no quiero que me juzgues-contesté indiferente.
Seguí andando y Thomas me siguió. Seguramente querría que le diera explicaciones sobre lo que le había dicho, pero su instituto era en dirección contraria.
-¡Claire!-me llamó.-¿Qué has querido decir con eso?-preguntó confuso.
Me paré y esperé a tenerlo enfrente para explicarserlo.
-No quiero que me recuerdes todos los días esto-contesté suspirando.

Se quedó callado, mirándome fijamente. Se acercó ligeramente, y esta vez no opuse ninguna resistencia. Nuestros labios se encontraron durante un minuto. Cuando abrimos los ojos, le miré asqueada por mí misma. Le di una bofetada y me marché. Allí se quedó durante un par de minutos, tocándose la mejilla dolorida.

-¡Claire!¡Me gustas!-gritó Thomas.
No, eso es lástima; pensé en aquel momento. Me giré y le miré desconfiada. Negué con la cabeza y eché a correr con miedo. No podía confiar en ningún hombre, no todavía... Aunque se tratara de Thomas.

Me salté las dos primeras clases y me fui hasta Washington Street. Era mi lugar preferido de la ciudad, no sólo porque todas las tiendas estaban allí sino porque siempre había gente y artistas callejeros animando el ambiente.

Me senté en un banco y me quedé quieta observando a un par de mimos. Era un número cómico espectacular, pero prefiero no comentar sobre ello.

-¿Qué haces aquí?Tendrías que estar en el instituto-me dijo alguien desde mi espalda. Esa voz, me resultaba familiar, extremadamente.
-Pasar el rato-comenté sonriéndole ligeramente.
-Claire, tú nunca has faltado a clase por "pasar el rato"-respondió Karl.
-Hoy no me apetecía mucho ir...

viernes, 21 de mayo de 2010

Closed eyes. VI

Abrí mi armario desesperada. Quería cambiar, ser distinta, por una vez sentirme bien.. Pero la ropa que tenía no ayudaba mucho. Saqué toda la ropa que tenía y vi cual quería quedarme y cual tirar a la basura. Terminé dejando el armario casi vacío y ya que me daba reparo tirar tanta ropa, decidí donarla a una O.N.G.

Miré por la ventana, esperando ver a Thomas, pero el fin de semana terminaría y cada uno volvería a su hábitat natural. El mío se componía por Karl, Suzanne, Matti, Georgina, Anabelle, Douggie y Charlotte. La suya era mucho más extensa, pero la principal protagonista era Lucy, y yo, no tenía nada que hacer contra eso.

Mi madre, invitó a su novio Freddie a ver una película en el cine. Así que me dejó sola en casa, con una depresión de caballo. Me bajé al salón y puse una película. "La decisión de Anne", nunca lloré tanto con una película como hice esa noche.

Cuando mi madre llegó, serían alrededor de las cuatro de la mañana y yo todavía seguía despierta. No podía dormir, tenía miedo. Pero era un miedo ridícul, ¿quién me lo causaba?El pasado ya había pasado, y no podía hacer nada para remediarlo.

-¿Qué te pasa cariño?-preguntó mi madre tocándome la frente.

-No puedo dormir-contésté tirada en el sofá.

-La primera vez que te ocurre-habló para sí misma.-¿Qué te preocupa?

-Nada, simplemente no puedo dormir-respondí tajante.

-Bueno, si necesitas algo estoy en mi habitación ¿sí?-me aseguró dándome un beso en la frente.

-Claro, hasta mañana mamá.

Las horas siguientes fueron criminales. Pensé sobre Nico, sobre Thomas y sobre mi móvil. Allí estaban todos los números de las personas que conocía. Y perfectamente, podría llamar a alguien. Me acerqué a la cocina y cogí el móvil de mi madre, lo tiré en el suelo y se lo volví a guardar. Con un poco de suerte, ese golpe habría bastado para romperlo pero lo importante era la tarjeta. Tendría que pensar en algo más eficaz...

Cuando el sol salió todavía seguía despierta, intentaba encontrar una solución. Pero no sabía cuál era la correcta. Quizás debiera tenderle una trampa y escarmentarle. O que lo detuviera la policía pero para eso tendría que estar acusado de algo y no lo iba a hacer.

-Buenos días cielo-me saludó mi madre.-¡Qué cara de muerta!¿A qué no has dormido?Claire... recuerda lo que acordamos.. -dijo mientras encendía la tele.

-Sí mamá, lo sé. Nada de comportamientos extraños, por papá-contesté aburrida. Le presté atención a la tele. Era el canal 24 horas de noticias, narraban como se buscaba a un hombre de unos veinte años con el pelo oscuro. Había violado a cuatro chicas de mi ciudad...
Era él. Nico...

Me helé ante el televisor dejando que mi madre llevara ella sola la conversación. Tenía que hacer algo, no podía dejarlo en la calle...

jueves, 20 de mayo de 2010

Closed eyes. V

Le quería, pero no podía hacer como que no me había pasado nada con Nico. Tendría que pasar el tiempo, hasta que consiguiera reunir la confianza posible y volver a mi estado anterior. Necesitaba espacio, ver las cosas sola y pensar detenidamente en ello...

Saqué las llaves, abrí la puerta y entré. Escuché ruidos en la cocina y me dirigí hacia allí. Saludé con la mano a mi madre y le conté que había perdido el móvil. Me miró con un gesto de resignación y me prometió regalarme otro.

-¿Cuántos móviles llevas ya?-preguntó.

-Emm...-conté mentalmente. Estaba el primero, que terminó en el cubo de la basura. El segundo, todavía lo tenía por ahí guardado, pero tampoco iba, no se encendía. El tercero lo había perdido y el cuarto se quedó pasado de moda y lo cambié por el quinto y último, el que me había dejado olvidado en casa del que me había intentado violar.-Cuatro-mentí. Suspiró a cambio, se puso a cocinar y subí a mi habitación.

Me tumbé sobre la cama y dejé que mis pensamientos me atormentaran. Había estado a punto de ser violada, y también, había perdido la oportunidad de tener algo con Thomas. Me enfurecí conmigo misma, y me puse a revolver mi habitación cabreada. De repente, me sentí sucia, olía mal, estaba asqueada... Me pegué un baño, mientras mi madre llamaba a Movistar para dar de baja mi número de móvil. Pero el olor no se iba ...

Conseguí disimular un poco el olor, al adoptar otra manera de actuar. Ya no sería nunca más la antigua Claire que se avergonzaba de ser como era, de ser la estúpida con la que siempre se podía contar y la tímida y buena con la que todo el mundo se podía meter. No, la nueva Claire era mucho mejor, opté por ser fuerte, y vestirme de forma peligrosa, nada de ropa que tapara más de lo necesario, empecé a fumar y dejé de estudiar tanto como antes, me volví una malota.

Llamé a Karl desde casa, anulando la escapada al cine. Todavía tenía que arreglar muchas cosas que no podía dejar para otro día. Enseguida puse la excusa, de que mi madre se había puesto enferma y nadie podía cuidarla en mi ausencia. Y en parte, era verdad, no teníamos a nadie más..

-Que se mejore. Ya te veré el lunes en el instituto. Adiós-contestó entristecido.
-Bye-respondí.

Colgué el auricular y subí de nuevo a mi habitación. Un avión de papel, atravesó mi ventana. Leí lo que ponía y me asomé a la ventana. Ahí estaba Thomas, mirándome preocupado.

-¿Qué quieres hablar conmigo?-contesté ligeramente irritada.

-Puedes salir por favor-me sugirió. Suspiré y bajé abajo. Le dije a mi madre que tenía que hablar con Thomas y que no iba a tardar nada.

-Bonito pijama-comentó riéndose.- ¿Estás bien? Te noto rara, y a mí no puedes engañarme con eso de que has perdido el móvil, porque entonces no te hubiera escuchado gritar-replicó.

-Lo he perdido, es imposible que me escucharas-contesté a la defensiva. No podía permitir que esto se descubriera, la vergüenza sería terrible para mí y para mi madre.-¿Algo más? Pues me voy-respondí borde.

-¿Y qué me dices de Navona?-contestó a mi espalda. Me helé e intenté recobrar la compostura antes de que se diera cuenta.-Conmigo puedes contar, sé guardar un secreto.

-¡¿Quieres saber lo que ha pasado?!¡Me han intentado violar!-le confesé a voces. Por suerte, nadie pasaba por la calle, y ese barrio era el de los sordos y para nada cotillas. Me senté en la acera escondiendo mi cara entre mis manos y noté como se sentaba al lado. No era justo, que yo le quisiera como algo más que un amigo y él a cambio me hiciera ilusiones. Me rozó la mano y me abrazó.

-¿Has llamado a la policía?¿Se lo has contado a tu madre? Debes hacerlo, tienes que denunciarlo-contestó tras un largo silencio.

-No, ni pienso hacerlo. Si mi madre se entera de esto, me encerrará en casa y no me dejará salir nunca. Y tú tampoco vas a hacerlo. Prométemelo -le susurré enfadada.

-Prometer, ¿qué? Si se lo cuentas te sentirás mejor-me aconsejó.

-¿Sentirme mejor? ¡Y una mierda!Tú no sabes lo que es tener a un tío encima baboseandote cuando tú no quieres-había conseguido colmar mi paciencia ya de por sí decaída. Se fue a su casa, seguramente a llamar a Lucy mientras que yo, tenía que planear mi nueva actitud.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Closed eyes. IV

Terminé andando sin un rumbo fijo. Tan pronto estaba en un parque, tan pronto estaba delante de una iglesia. Me daba igual donde terminar, tenía cosas más importantes en las que pensar. Como, por ejemplo, como ocultarle a todo el mundo lo que acababa de pasar o explicar la desaparición de mi móvil.

Maldita sea, por qué me ocurría esto a mí. No tendría que haber quedado con él, pero, ¿quién podría saber que tras el tiempo que lo conocía iba a ser así? Un degenerado, que se aprovecha a la mínima. De repente, me sentí enfurecida. Deseaba volver y partirle la cara, hacerle pasar por el mal trago que me había hecho pasar a mí, pero yo no iba a caer por esto, no. Iba a ser fuerte, y a superarlo yo sola, sin la ayuda de nadie.

Decidí volver a casa, ya me había calmado y tenía planeado lo que iba a hacer. Haría como que me había entristecido perder el móvil, tenía la excusa perfecta para sentirme mal delante de ella. ¿Y la sesión de cine con Karl? Lo sentía por él, pero la tenía que suspender. Yo no estaba para nadie y nadie estaba para mí.

Caminé entretenida, en lo que podrían pensar si se enterasen de lo ocurrido en Navona. Seguramente, sería un escándalo de los que te hacen desmayarte, y seguramente, mi madre lo haría. Antes que pudiera ver a mi madre en la puerta, vislumbré a Thomas mirándome cruzado de brazos.

-Adiós-contesté cuando pasé a su lado. Procuré tener la misma relación que había tenido con él, de hola y adiós. Me agarró del brazo evitando que diera un paso más. Le miré asombrada, a medida que él se iba enfadando gradualmente.

-¿Qué pasa con tu móvil? Te he estado llamando un par de veces-preguntó ligeramente irritado.

-Lo he perdido-contesté con voz neutral.- ¿Querías algo en particular?-le miré con indeferencia.

-Eres una puta borde-contestó enfadado.

-Y tú un idiota-respondí sin alterarme.

-Mal criada-contestó acercándose a mí. Retrocedí un par de pasos y le miré con miedo. ¿Qué iba a hacer?

-Tengo que irme-y me marché rápidamente. Antes de entrar en casa, observé como seguía allí de pie, asimilando lo que había pasado.

martes, 18 de mayo de 2010

Closed eyes. III

Terminé mintiendo a mi madre, para que me dejara comer fuera. La excusa, que iba a comer con Karl y Suzane en el Mcdonalds de la vuelta de la esquina. Pero en realidad, había quedado con Nico en el parque Wellington.

Cogí mi bolso, guardé mi móvil en el bolsillo del pantalón y me fui. La calle estaba desierta, quizás por el calor que hacía; o bien porque todo el mundo estaba comiendo en esos momentos. Miré hacia la casa de Thomas, si prestabas atención podías escuchar a Hayley Williams cantando a gritos.

Miré al suelo y respiré hondo. Tenía que olvidarle, tenía que ser feliz y poder estar con el chico que me gusta. Pasé todo el trayecto, pensando en lo injusta que es la vida, le había insunuado más de una vez que me gustaba y nunca las pillaba. Me choqué con un chico en unos de mis sueños de realidad. Se le cayeron los libros al suelo y entonces, parecí reaccionar.
Me agaché y le ayudé a recogerlos.

-Lo siento, no te he visto-contesté avergonzada.

-No pasa nada, por lo menos no me has roto nada-respondió riéndose.-Por cierto, me llamo Nico-dijo tendiéndome la mano.

-Claire-le cogí la mano y me sentí avergonzada. Era él con quien había quedado aquí.-¿Estás esperando a alguien?-pregunté.

-Sí, a ti-contestó. Nos sentamos en un banco cerca del estanque. Mi móvil sonó de repente, lo saqué y miré la llamada perdida de Thomas y de Karl. Lo puse en silencio y lo volví a guardar.

-¿Has comido?-preguntó tras un largo silencio. Negué con la cabeza mientras él miraba a un punto fijo en alguna parte.-¿Qué te parece si te invito a comer?-me encogí de hombros, me daba igual.

Nos fuimos hasta la calle Navona, la de los pintores. Me explicó que él era aficionado a la pintura gracias a su padre. Había crecido con los dedos manchados de verde, amarillo, rojo y el resto de los colores. También hablamos sobre mí, como me había sentido al ver a aquella chica con Thomas. Pero la conversación dio un extraño giro y terminó pidiéndome que posara para él, desnuda.
Me negué en rotundo e intenté irme, pero no me dejó. Me tumbó sobre la cama e intentó quitarme los pantalones. Conseguí escaparme, pero me atrapó de nuevo y me quitó la camisa. Le arañé la cara, los brazos y el pecho. Me besó, y a continuación le di una bofetada que sólo hizo enfadarle más. Me empujó contra la cama y se echó encima de mí.

Saqué como pude el móvil de mi bolsillo. Me besaba el cuello, notando como la cosa empezaba a arder. Pero gracias a eso pude llamar a ... ¿Thomas? Era el último que me había llamado y no iba a perder el tiempo buscando en la agenda. Lo guardé bajo la almohada y le pegué una patada con todas mis fuerzas. Se quitó de inmediato y cogió una cuerda que había encima de un mueble. Corrí hacia la puerta, pero me rodeó el cuello con la cuerda; cada movimiento que intentaba dar era una excusa para probar su fuerza conmigo.

-¡Suéltame!¡Déjame en paz!-grité intentando escapar.

-Mi cielo, has entrado en Navona. Ya nunca saldrás-respondió imperturbable.

Pasaron los minutos, y allí no aparecía mi héroe para salvarme. Y mi fin se acercaba cada vez más, gota a gota mi temor iba creciendo. Me quitó el sujetador y empezó a sobarme. Cada vez estaba más nerviosa y tenía más miedo. Miré hacia el techo, esperando que alguien lo traspasara y así le interrumpiera pero eso nunca ocurrió.
Me aclaré, y reuní la valentía suficiente para coger la lámpara de noche que había en la mesilla y rompérsela en la cabeza. Se desmayó en el mismo instante y escapé de ese inmundo, asqueroso y espantoso barrio.

Me marché llorando a ningún lugar. No podía presentarme así a casa, ¿qué pensaría mi madre? Cuando ya estaba a media hora de distancia, me acordé de que había dejado el móvil olvidado allí; pero no iba a volver, me lo acababan de robar.

lunes, 17 de mayo de 2010

Closed eyes. II

Enseguida me puse a elaborar un plan de ataque. Tenía asegurado a Karl y me gustaba Thomas, podría utilizarlo para ver hasta que punto era amiga de Thomas. Observé desde mi ventana esperando verlo salir de su casa a tirar la basura, o porque había quedado con sus amigos. Pero nada, podría ir a su casa a pedirle sal, o cualquier cosa que luego no necesitara. Así aprovecho y hablo con él.

Llegué a su puerta dispuesta a pedirle un poco de sal para mi madre que se le había olvidado comprar el viernes por la tarde. Llamé al timbre y esperé mientras unos pasos cobraban más vida a medida que se acercaban a mí. Una chica me abrió la puerta y me miró sonriendo con sus grandes ojos azules.

-¿Quién es, Lucy?-preguntó mi vecino.

-Soy Claire, vengo a... nada. Olvídalo, ya vendré otro día-contesté antes de que pudiera responder la muchacha. Eché a correr hacia mi casa llorando y me refugié en mi habitación.

Cerré la ventana y corrí las cortinas. No quería que me viera llorar, pero, ¿pensaría que era por él? Estaba claro que sí. Me mordí el puño mientras sonaba el timbre de la puerta. Cerré los ojos y me quedé dormida hasta que el giro de la cerradura me despertó.

Me levanté alarmada e intenté recomponer antes de que me viera así mi madre. Mi orgullo estaba por encima de rebajarme ante cualquiera al que pudiera mostrar mis sentimientos. Encendí el ordenador y empecé a escribir:

Hola chicas. Necesito ayuda. URGENTE!!!
                                                I. C.

Conseguí ayuda de un tal Nico91, me explicó que quizás me había precipitado al correr tal riesgo de echar a correr en cuanto vi a esa chica. Estaba celosa y lo había echado todo a perder, me ofreció quedar con él en persona para ayudarme psicológicamente y yo como una tonta acepté.

Closed eyes.

Despertarse por la mañana, y sentir la luz del sol que entra por la ventana hace que me levante de buen humor.

¿Qué haríamos hoy? Seguramente, iríamos a la plaza a vaguear un rato con los amigos, como diría mi madre.

También podría hablar con Thomas. Pero, ¿sobre qué? Nada más verle, me quedo en blanco, tartamudeo, me pongo nerviosa y me bloqueo sin ser capaz de decirle un simple hola.

El teléfono sonó. Y estaba yo sola en casa, maldita sea. Corrí a cogerlo con el cepillo de dientes en la boca. ¿Quién sería a estas horas?

-¿Diga?-pregunté adormilada.

-Como me alegra que estes en casa, Claire. ¿Te gustaría venirte al cine esta tarde?-preguntó Karl.

-Emm... claro. ¿A las 7 y 30?-pregunté.

-Perfecto-contestó.-Hasta esta tarde.

-Adiós-contesté.

Sabía que estaba loco por mí, pero a pesar de todo era mi amigo. Yo iba detrás de Thomas, y él lo
sabía de sobra, la complicidad que había entre nosotros era del tonteo anterior al lío. Tendría que cerrar los ojos, y pensar que era Thomas si no quería hacerle daño.