lunes, 24 de mayo de 2010

Closed eyes. VIII

-¿Qué te ha pasado?-preguntó Karl preocupado.

Miré la fuente y pensé sobre lo que iba a decir. Karl, eres mi mejor amigo, se que siempre podré contar contigo, pero esto prefiero guardármelo para mí.

-Cosas que suelen pasar en casa-contesté totalmente ida.

-Sabes que puedes contármelo, si quieres, claro-comentó curioso.

-No, gracias. Es entre familia-contesté eludiendole.

Se quedó callado incómodo por mi silencio y sacó el móvil para mirar la hora. Thomas me ha besado, pero ¿por qué? Nunca ha mostrado interés por mí y hoy ... Me toqué inconscientemente el labio con los dedos.

Seguía sin entenderlo. ¿Me había mirado una vez para ver lo bello o dos para ver lo justo? Nose a que vino esto, pero lo pensé. Quizás se deba a mi falta de autoestima, estaba encerrada en una burbuja tamaño medio que me protegía, pero muy de vez en cuando, tenía que explotarla.

-¿Nos vamos al insti, de una vez por todas?-preguntó insistente.

-¿Qué prisa tienes?Acabas de llegar-respondí indiferente.

-Te he dicho que tenemos un examen. No se que mosca te ha picado hoy-comentó a regañadientes mientras se iba. Suspiré y me levanté del banco, pedazo bicho te ha mordido a ti Karl.

-¡Kaaarl!¡Espeeeeeraaaameeee!-contesté abrochándome la chaqueta.

-Date prisa-respondió enfadado.

Tuve que correr para poder cogerlo, y cuando lo hice aumentó aún más la marcha a la que iba. Me costaba seguir su ritmo y más de una vez me quedé atrás.

-Mira que te den, ya llegaré algún día-comenté mientras me paraba.

-Allá tú-respondió enfadado.

Cuando se ponía así no lo aguantaba, era un chico genial, pero cuando cambiaba de humor no podía tenerlo cerca demasiado tiempo. Era irritable, le cambiaba el humor extrañamente.

Por fin llegué al instituto cinco minutos después que Karl. Todos me miraban con la boca abierta, asombrados por mi actitud. Nunca creyeron que yo fuera de esas que se saltan las clases sin más...

Llegué tarde y la profesora no me dejó entrar. Me dejó en el pasillo, lo flipé. Con mi perfecto historial y por un día que llego tarde me deja fuera. Me quité la mochila y me senté en el suelo. La puerta de la clase se abrió y salió Aaron, el cotilla de la clase.  Me sonrió y se quedó hablando conmigo un rato...

-Te estás volviendo una malota Brown-comentó sentado a mi lado.

-Habló al que lo han echado por contar chistes verdes en mitad de la segunda guerra mundial-respondí riéndome.

-Pues eran buenísimos, es una lástima que te los hayas perdido-habló mientras me guiñaba un ojo.

-¿Ahora tienes un tic nervioso en el ojo?-pregunté quedándome encima de él.

-No, es que no veo bien aquí. Y ¿qué es de tu vida? ¿Tienes novio?-preguntó curioso.

Si alguien quería saber algo de un alumno, había que preguntarle a Aaron, era un experto en el tema. No se le escapa ninguna, y lo sabía antes que nadie.

Sonó el timbre y me levanté. Me limpié los pantalones y cogí la mochila mientras él seguía sentado junto a la papelera. Se puso de pie y miró un panfleto en el tablón de anuncios.

-Espero que vengáis a la fiesta que dan mis amigos este finde. Y no me digas que no-comentó al ver que abría la boca.-El sábado en casa de Adrien a las once-especificó.-Y no me hagas el feo de escaquearte y mandar a tus amigos ¿sí?-sonrió y se marchó.

En menudo follón me acaba de meter. Sólo me caían bien cuatro de sus amigos y él, los demás eran unos payasos con gran ego. Y las chicas, mejor no hablamos de las superhipermega pijas repelentes.

Entré en la clase enfadada y tiré la mochila a conciencia para que le diera a alguien. Por suerte, para mí le dio a Karl, alguien de confianza que no me iba a partir la cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario