Despertarse por la mañana, y sentir la luz del sol que entra por la ventana hace que me levante de buen humor.
¿Qué haríamos hoy? Seguramente, iríamos a la plaza a vaguear un rato con los amigos, como diría mi madre.
También podría hablar con Thomas. Pero, ¿sobre qué? Nada más verle, me quedo en blanco, tartamudeo, me pongo nerviosa y me bloqueo sin ser capaz de decirle un simple hola.
El teléfono sonó. Y estaba yo sola en casa, maldita sea. Corrí a cogerlo con el cepillo de dientes en la boca. ¿Quién sería a estas horas?
-¿Diga?-pregunté adormilada.
-Como me alegra que estes en casa, Claire. ¿Te gustaría venirte al cine esta tarde?-preguntó Karl.
-Emm... claro. ¿A las 7 y 30?-pregunté.
-Perfecto-contestó.-Hasta esta tarde.
-Adiós-contesté.
Sabía que estaba loco por mí, pero a pesar de todo era mi amigo. Yo iba detrás de Thomas, y él lo
sabía de sobra, la complicidad que había entre nosotros era del tonteo anterior al lío. Tendría que cerrar los ojos, y pensar que era Thomas si no quería hacerle daño.
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