domingo, 23 de mayo de 2010

Closed eyes. VII

Pensé en volver a su casa, con la excusa de recuperar el móvil. Pero, ¿después qué iba a hacer? Seguramente, querría tener algo conmigo y yo tendría que acceder. ¿Cómo podría pararlo?

Me tumbé en mi cama pensativa. Sólo lo sabía una persona, Thomas, y no era la más cercana para saberlo. Pero se me escapó y ya no puedo hacer nada para remediarlo. Terminé evitándolo durante las semanas siguientes, pero esto no era para siempre. Tarde o temprano me lo terminaría encontrando...

Salí de casa directa al instituto y él tenía que hacer lo mismo. Así que decidí salir un poco antes, y no cruzármelo. Ocurrió justo lo contrario...

-Buenos días Claire-me saludó Thomas.
Hice como que no le escuché y miré al frente. Anduve diez pasos y noté como alguien me agarraba por el brazo. Me giré ligeramente, y ahí estaba Thomas con una expresión de complicidad.

-No tienes por qué evitarme. No voy a decir nada-comentó mientras me soltaba.
-Lo sé. Pero no quiero que me juzgues-contesté indiferente.
Seguí andando y Thomas me siguió. Seguramente querría que le diera explicaciones sobre lo que le había dicho, pero su instituto era en dirección contraria.
-¡Claire!-me llamó.-¿Qué has querido decir con eso?-preguntó confuso.
Me paré y esperé a tenerlo enfrente para explicarserlo.
-No quiero que me recuerdes todos los días esto-contesté suspirando.

Se quedó callado, mirándome fijamente. Se acercó ligeramente, y esta vez no opuse ninguna resistencia. Nuestros labios se encontraron durante un minuto. Cuando abrimos los ojos, le miré asqueada por mí misma. Le di una bofetada y me marché. Allí se quedó durante un par de minutos, tocándose la mejilla dolorida.

-¡Claire!¡Me gustas!-gritó Thomas.
No, eso es lástima; pensé en aquel momento. Me giré y le miré desconfiada. Negué con la cabeza y eché a correr con miedo. No podía confiar en ningún hombre, no todavía... Aunque se tratara de Thomas.

Me salté las dos primeras clases y me fui hasta Washington Street. Era mi lugar preferido de la ciudad, no sólo porque todas las tiendas estaban allí sino porque siempre había gente y artistas callejeros animando el ambiente.

Me senté en un banco y me quedé quieta observando a un par de mimos. Era un número cómico espectacular, pero prefiero no comentar sobre ello.

-¿Qué haces aquí?Tendrías que estar en el instituto-me dijo alguien desde mi espalda. Esa voz, me resultaba familiar, extremadamente.
-Pasar el rato-comenté sonriéndole ligeramente.
-Claire, tú nunca has faltado a clase por "pasar el rato"-respondió Karl.
-Hoy no me apetecía mucho ir...

No hay comentarios:

Publicar un comentario